PARA ESTA SEMANA AGOSTO 11 DE 2019
Para los administradores fieles y solícitos.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor Jesús. Que sea su amor la razón de nuestra fidelidad y de nuestro compromiso con los demás, especialmente con los más necesitados.
Desde el texto de Lc. 12, 32-48, podremos decir que definitivamente somos unos privilegiados no solo porque hemos conocido el amor de Dios, manifestado en Jesús sino también porque en su Hijo Jesús, el Padre, que nos ha llamado y santificado, nos ha dado parte en su Reino. Con Dios, de su mano, escribimos la historia de salvación; una historia de amor que cambia el corazón y nuestra manera de obrar frente a nosotros y a los demás.
Este privilegio (ser parte del Reino) es un tesoro que debemos cuidar, que debemos hacer producir; implica una manera de vivir, de relacionarse con los otros. Es la toma de conciencia que trabajamos para Dios, que construimos con Dios y que amamos desde Dios. Por el Reino, por esa parte que nos corresponde y que Dios nos da en su Hijo, nosotros tenemos la fuerza para dejarlo todo, para tenerlo todo; la fuerza para entender que lo mejor que nos puede pasar, que lo más grande que nos espera es la vida nueva en Dios que es en realidad la mayor riqueza que podemos tener. Dios no se acaba, su amor es inagotable, su vida es eterna, Dios es el todo para quien quiera tenerlo todo. Dios es el único tesoro, la riqueza en la que el corazón descansa.
Somos caminantes hacia el cielo.
El camino está lleno de tentaciones; durante el camino nos podemos distraer y hasta corremos el peligro de perder el horizonte y olvidar que Dios Padre del cielo es la meta que pretendemos alcanzar. Por eso la invitación de Jesús es a que estemos vigilantes, atentos. Que cuidemos el rebaño (familia, amigos, padres, comunidad…) que el Señor nos ha encomendado. Que siempre y a cada hora demos lo mejor de cada uno. La vida se gasta entregándola, la muerte se hace vida en los corazones de quienes nos aman, el amor cuando nace se cuida y se acompaña.
Dios tiene su tiempo, cuando todo esté preparado Él vendrá por cada uno, nosotros lo esperamos y estamos atentos y vigilantes. Mientras llega damos lo mejor, sembramos corazones para la eternidad. Hacemos la vida agradable a cada persona con la que compartimos. Siempre preparados, siempre disponibles para servir, siempre pacientes para dar lo mejor a la hora que se necesite. Para eso Dios nos ha llamado, nos ha elegido, nos ha consagrado, nos ha santificado; nos ha hecho administradores de los bienes celestiales. Para esto somos de Cristo, somos cristianos.
Demos a tiempo lo que tenemos que dar, hagamos lo que tenemos que hacer. Vivamos conforme a la vocación a la que fuimos llamados. Siempre humildes, siempre serviciales. Siempre amando.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/2NKw50vuotX