El tiempo nos apremia y Jesús nos pide decisiones radicales
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de la Habana, del Carmelo Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi cordial saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. El tiempo nos apremia y nos pide decisiones. El mundo necesita escuchar una buena noticia que además llene el corazón de paz y de alegría. Necesitamos volver a sentir el llamado a que nos amemos desde Dios y con Él en el corazón amemos a los demás.
Cada uno, desde la dignidad de saberse de Dios, está siendo invitado a dar, a la entrega humilde la de la propia vida, para que a la manera de Jesús, los demás la tengan (la vida) en abundancia. Jesús ha venido a traer el fuego del amor que purifica; todos como Él, deberíamos aceptar el paso por un bautismo que implica nacer a la vida nueva: la que viene de lo alto del cielo y que hace del corazón del ser humano la morada de Dios. Nos urge nacer, vencernos a nosotros mismos y vivir conforme al Espíritu de Dios.
Jesús es el vino nuevo, el fuego que arde y al mismo tiempo el agua que colma la sed
Jesús es vida que llena la vida, eternidad que da sentido a la muerte. Jesucristo ha venido a revelar el querer de Dios sobre nosotros, la voluntad y nos invita a que juntos construyamos un mundo nuevo desde el amor y la verdad. Edificar, construir, abrirse al Reino, tiene como cimiento la conversión, principio desde el cual nosotros tomamos la decisión de edificar en Cristo y por lo tanto volver a los caminos de Dios.
Jesús trajo consigo el fuego que purifica, que transforma. Fuego que es Espíritu de Dios y que nos hace, desde el corazón, verdaderos hijos y creyentes, capaces de dar testimonio asumiendo todas las consecuencias. A Jesús la pasión por Dios, su Padre, por la verdad del Reino, por la justicia, lo llevó hasta la cruz. Allí fue el lugar en el que con la sangre selló la alianza definitiva con la humanidad.
Ser de Jesús y asumir con radicalidad el Evangelio trae consecuencias serias
No todos aceptan el Evangelio, no todos están dispuestos al perdón, al servicio, a caminar en humildad o a ocupar los últimos puestos. Pero esto es para siempre, es una nueva manera de pensar, de sentir y de amar y aunque encontremos oposición o resistencia debemos seguir. Dar la vida, morir así mismo son tareas de todos los que hemos aceptado a Jesús en el corazón.
Que el Señor nos conceda la fuerza de perseverar para vivir fielmente el proyecto de Dios sin temor y asumiendo con alegría las consecuencias de ser de Cristo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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