PARA ESTA SEMANA AGOSTO 2 DE 2020
Con lo que hay y la fuerza de Dios se puede hacer todo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien. Que el Señor que es compasivo siga colmando nuestra vida con su amor.
El texto de Mt. 14, 13-21 nos dice que Jesús, al ver el gentío que había venido en su búsqueda, se compadeció y curó a los enfermos y luego a todos les dio de comer. Eran muchos y gracias a lo que tenían los discípulos, cinco panes y dos peces, Él hizo un milagro y sació a la multitud y hasta sobró. Lo poco de unos es el todo que se necesita para alimentar a la multitud; nuestro poco puesto en las manos de Jesús puede saciar la muchedumbre. Jesús, en este episodio, nos enseña que de las necesidades de los demás no debemos desentendernos o zafarnos ya que la bondad, la compasión, el amor a los otros implica también la entrega, la caridad, el servicio.
Poner nuestro poco al servicio de los demás es ya permitir que mucha gente pueda saciarse.
Jesús involucra a los discípulos en un problema grande: dar de comer a la multitud y si lo hace es porque ellos tienen la posibilidad de ayudar. Siempre será más fácil ante los problemas y retos que nos imponen los demás, con respecto a la caridad y generosidad, “despacharlos”, que se vayan y mejor si “es el mismo Dios el que los despacha”. Para Dios lo mejor será siempre ayudar a la gente con lo que tenemos. No importa que estemos lejos de las seguridades o que sea de noche, cualquier momento es el indicado para ayudar, para ser generosos, para compartir.
Los discípulos deben pensar en el hambre de los demás ya que los demás están pensando en Jesús y buscan la manera saciarse con sus enseñanzas.
La compasión que siente Jesús por la multitud lo lleva a sanar a los enfermos y a sentir el hambre de la gente que está ahí escuchándole. Que cuando alguien nos necesite nosotros podamos salir a su encuentro para ayudarlo. Debemos ser compasivos; cuando podamos hacernos “cargo” de los demás debemos hacerlo; el amor a los demás es siempre y en cualquier lugar. La persona compasiva siente la necesidad de ayudar incluso antes de que se lo pidan.
Todos tenemos algo para compartir, que no sea siempre Dios el que tome la iniciativa. Nosotros debemos aprender de Él que es compasivo y va mucho más allá de lo que la comodidad indica. No tengamos miedo en el dar, Dios multiplicará lo que tenemos y hará que nos sobre. Y hablo de pan, de amor, de acogida. Aprendamos a darnos sin reservas.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/SkPw50AIhcc
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd