CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA AGOSTO 25 DE 2019

PARA ESTA SEMANA AGOSTO 25 DE 2019

Amar al prójimo es salvarlo.

Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Que sea una semana de “conversión”, es decir, de regreso al Señor, del volver a su camino. El amor nos espera, la puerta está abierta. Vamos a llenarnos de buenos propósitos, a vaciarnos de todo lo que nos aleja de la experiencia real del amor y caminemos por el camino del Evangelio que nos conduce a la salvación, a la plenitud del amor.

El texto del Evangelio de este domingo 21 del tiempo Ordinario nos pone ante la posibilidad que todos tenemos de salvarnos (Lc. 13, 22-30) La salvación es un don, es un regalo de Dios. Su amor nos salva. Ese amor que viene al encuentro, que se hace encontradizo mientras vamos de camino. Ese amor que es capaz de llegar “hasta el extremo”.

Dios nos amó primero. Dios tomó la iniciativa, por amor, de salvarnos (rescatarnos).

El que ama está llamado a salvar, quien ama salva. El amor de Dios nos hace dignos, el amor de Jesús nos justifica ante el Padre, el amor de Dios nos convoca para que juntos trabajemos por el Reino que es de paz y de justicia.

La salvación es un camino complicado; la salvación es una puerta estrecha. Ya existen el camino y la puerta. Jesús es camino, Jesús es puerta del rebaño. Ya sabemos dónde queda el camino y a dónde vamos a ir. Entendamos que Dios nos ama y en su amor quiere que nosotros también nos vinculemos, desde sus sentimientos o con sus sentimientos, al prójimo. Dios nos invita a enamorarnos de la humanidad, es decir a ser salvadores; nos invita a amar al prójimo porque solo así podremos salvarlo. Y la tarea no es fácil. Amar es entregarse y eso desgasta; amar implica paciencia, tolerancia, soportar o sostener. Amar es trabajar de tal manera que se acaba permitiendo que el ser amado nos habite.

Quien es amado vive en el corazón del que ama.

Y el que ama salva al que es amado. El amor hace grande al amado, lo dignifica, lo “hermosea” de la misma manera que Dios nos hace hermosos ante su presencia.

Por la puerta del amor, que es estrecha, todos podemos entrar. Obviamente hay que aprender a dejar tantas cosas que no caben por esa puerta. Cada uno debe mirar lo que le hace esclavo; miremos lo que nos ata, los apegos son fatales. Por el ojo de una aguja no cabe un camello, nos lo enseña Jesús. Por eso siempre ligeros de equipaje, por eso la conciencia tranquila y un corazón gastado de amar. La puerta estrecha, eso nos recuerda que debemos hacernos pequeños, que nunca podremos seguir adelante con nuestro orgullo, nuestra arrogancia, con los delirios de grandeza. Pequeñez, humildad, solo con nosotros mismos, sin nada, sin nadie, sin estorbos ni ataduras. La puerta está, pero no todos podrán pasar o seguir adelante.

Que Dios nos conozca, que por las obras nuestra vida resplandezca. No lleguemos tarde a la cita, estemos preparados: amando, siempre amando. La salvación está, existe, es para cada uno. No nos quedemos por fuera, no vayamos por caminos distintos. Jesús es camino. La puerta está abierta, Dios nos espera.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

PARA ESTA SEMANA AGOSTO 25 DE 2019

Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd

Fuente: http://ow.ly/kUQW50vIFEP

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