PARA ESTA SEMANA AGOSTO 30 DE 2020
Sentir la necesidad de Dios.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor Jesús. Una semana para que juntos nos pongamos en el corazón de Dios y hagamos realidad su voluntad en medio de la humanidad.
Desde el texto que la liturgia de este domingo 22 del Tiempo Ordinario nos presenta, nos damos cuenta de que algunas veces necesitamos sintonizar los pensamientos, las ideas y las obras con Dios. Muchas veces tenemos la necesidad de ponernos en el lugar del otro para entender el por qué sus obras y sus palabras.
Dios tiene un propósito claro con el acontecer de su Hijo en la historia de la humanidad. Propósito que pretende la salvación de la humanidad y que inicia con una invitación a la conversión, sigue con la aceptación de un nuevo modo de vida que es el Reino, es decir permitir que Jesús sea el centro de la vida y luego terminar obrando, siendo como Dios mismo es con la humanidad: Santo, Misericordioso, Perfecto. Llamado a vivir la santidad siendo en esencia lo que somos: imagen y semejanza de Dios. El camino para llegar a esto y el culmen de todo el proyecto está en el amor a Dios, a nosotros y al prójimo.
El creyente, el que ha decidido caminar con Jesús, debe revisar de manera frecuente el corazón y la mente, evaluar si están conformes al querer de Dios sobre cada uno, sobre el proyecto del Reino.
Y la idea no es desgastarse pensando en cuál será el querer de Dios porque cada uno desde el Evangelio lo tenemos claro. Donde no hay amor, amar, donde hay injusticias ser justo, donde hay mentira hablar y obrar con la verdad, donde no hay paz, trabajar por ella, vivir en paz, donde no hay perdón perdonar. Esa es la obra de cada día. Eso es lo que pretende el Reino. Esas son las ideas de Dios, los pensamientos de Dios que Jesús nos enseñó, vivir otro Evangelio, pensar diferente significa que estamos lejos del Reino, que estamos siendo más Satanás, que se opone al proyecto de Dios, que hombres y mujeres que están en los caminos de Dios.
La experiencia de fe, la experiencia del encuentro con Jesús debe llevarnos al abandono, a la confianza.
Poner la vida en la de Dios, entender y vivir la existencia como una oportunidad, como un don, como un regalo. Saber que somos de Dios, que en Él vivimos, que en Él morimos y que Él es la razón de nuestras buenas obras, de seguro cambiará muchas de las actitudes que tenemos, sanará muchas heridas que no hemos querido sanar y hará de nosotros personas felices, plenas de vida. Y tal vez sin miedos al dolor o al sufrimiento porque desde ya sabemos la corona que nos espera: la eternidad en donde, en Cristo, saldremos vencedores.
El Evangelio de este domingo (Mt. 16,21-27) nos invita a ocupar el lugar que nos corresponde, ponernos siempre en el seguimiento de Jesús, detrás de Él, si queremos aprender debemos caminar detrás no delante, atrás podemos ver lo que hace y seguir su camino, el que Él va trazando. Es importante renunciar, dejarse, abandonarse, sentir la necesidad de Dios. Perderse para ganar a Dios. No ponerse en el primer lugar. Cada vez que nos ponemos delante del Señor nos equivocamos, no pretendamos enseñarle a Dios. No seamos piedra de tropiezo en el caminar de la fe, no escandalicemos a los demás con el pecado o con inducir a los demás al pecado, no propaguemos pensamientos de humanos diciendo que son de Dios. Los pensamientos de Dios están en su Palabra, en el Evangelio. Ayudemos a que los demás piensen como Dios.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/EJzH50BcQ3N
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