Debemos interpretar los signos
La gente anda inquieta, busca a Jesús, quiere escucharle; quieren sentirse libres, ser curados de sus enfermedades. Frente a la multitud Jesús corre el riesgo de que se apoderen de Él, de su proyecto. La multitud tiende a quitarle la libertad y apropiarse de todo lo que Él es y Jesús tiene muy claro que ha venido para la salvación de todos, que su Reino debe crecer, extenderse a todas las regiones.
Que la Palabra debe ser predicada y que el amor de Dios se debe manifestar en las obras que hace y en las Palabras que pronuncia. La gente, la multitud que busca a Jesús debe abrirse al acontecer de Dios, debe interpretar los signos que Él realiza y debe ver lo que Él quiere, con sus signos, lo que tiene que ver. Jesús es solo la muestra del amor fiel del Padre y la manifestación de un proyecto nuevo a través del cual Dios quiere cambiar el rumbo de la humanidad para llevarlo por caminos de paz y de justicia.
Hoy se nos invita a creer en Jesús, que es alimento para la vida y a trabajar por las cosas que realmente cambian nuestra manera de ser, de vivir. Trabajar por Dios, por el Reino, ser anunciadores de la Buena Noticia, debe ser la tarea de quien sigue a Jesús, de quien en Él ha encontrado todo lo que es necesario para la vida.
Abramos realmente nuestra vida a la de Jesús que es el que nos dará la vida eterna.
Jesús es la paz, la estabilidad, la seguridad que el mundo necesita, creamos en Él y que su vida, alimento para cada uno sea el comenzar unas relaciones nuevas con el Padre Dios que en la eternidad nos espera y en la tierra, por medio de su hijo, nos acompaña. La propuesta de Jesús es que nosotros realicemos las obras que el Padre quiere, las que nos darán vida y cambiarán el mundo. Jesús ha sido sellado, marcado por Dios para ser alimento, Pan que da la vida eterna.
Dios quiere que nosotros creamos en el Hijo, en Jesús, que no nos quedemos en los signos que realiza sino que en Él encontremos la salvación. Que aprendamos a leer a Jesús y a interpretar los signos que realiza. Jesús sabe las cosas del Padre, ha estado desde siempre en Él y con Él.
Jesús ahora es el Pan con el que el Padre alimenta a su Pueblo para que el pueblo tenga vida.
En el Pan está la fuerza de Dios y la eternidad. Jesús nos invita a que nos acerquemos a Él para que nunca más tengamos hambre ni sed. Que la invitación de Jesús a alimentarnos de Él sea acogida por cada uno, que comencemos una relación verdadera con el Señor independiente a los signos que realiza. El Pan con el que Jesús nos alimenta en don de Dios, signo de su bondad.
Busquemos a Jesús por su ser, por su identidad; busquemos a Jesús porque es nuestro salvador. Vayamos que Jesús es Pan que da vida; Jesús es alimento que perdura, sacia nuestra hambre. No es el pan material el que nos mantiene vivos, es el Pan que viene del cielo el que nos da la vida eterna. Creamos para obtener la vida.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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Fuente: P. Jaime Palacio
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