PARA ESTA SEMANA DICIEMBRE 11 DE 2017
“Preparemos los caminos al Señor”.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas Cúcuta y de todas partes del mundo.
Ya segundo domingo de Adviento. El tiempo al pasar nos acerca al encuentro con el Señor. Ya en pocos días estaremos celebrando la Navidad, la fiesta del amor de Dios, del abrazo fraterno, de la acogida, de nuestro nacimiento porque en el pesebre los hombres volvimos a llenar el corazón de esperanza al descubrir que el amor cuando quiere salvar se abaja, se viste de humidad.
El personaje de este domingo es Juan Bautista. Un hombre radical, apasionado por Dios y convencido de la misión que se le había encomendado. “Prepararle los caminos al Señor”, invitarnos a “allanar las sendas”, a una conversión de corazón. A Dios se le recibe dispuesto, con el corazón limpio y con unas ganas infinitas de hacer algo por los demás y por el mundo.
Todos nosotros sabemos que Jesús ha venido para facilitar el encuentro con Dios, para “enamorarnos del Amor”, para ser el rostro tierno de aquel que la tradición religiosa, muchos de sus líderes, nuestros miedos y frustraciones, habían desfigurado. De nuevo Dios viene a nuestro encuentro, se hace camino, verdad y vida; de nuevo Dios nos centra en el proyecto a través del cual el ser humano y el mundo recuperan su dignidad y sublimidad, vuelven a ser el paraíso, ese lugar de encuentro y de alegrías en el que la libertad y la presencia del Padre creador se funden en la obra que fuera la plenitud de la creación: el ser humano.
Juan Bautista le prepara los caminos al Señor, le hace caer en cuenta a la gente que hay cosas que ya no van en lo que Dios quiere para cada uno y por eso hay que cambiar, hay que tomar conciencia que estamos “sucios”, con pecados. El Bautismo era el reflejo del deseo de estar limpios, “cambiados” para Dios. Ya en Jesús se iba a encontrar la plenitud de este signo en el don del Espíritu Santo, en el don de ese fuego abrazador que se convierte en fuerza para vivir la realidad de ser hombres nuevos. El Bautismo de Juan está también relacionado con el confesar los pecados, con el atreverse a reconocer que fallamos y queremos no hacerlo.
El Bautismo de Jesús trae consigo el perdón de los pecados. Jesús nos hace nuevos para una vida nueva.
Juan nos llevó a Jesús, le preparó el camino, reconoció su dignidad, nunca ocupó el lugar de Aquel que era la vida, de Aquel que regalaba el Espíritu y nos hacía nuevos. Juan siendo el más grande entre los nacidos de mujer no pretendió ocupar el lugar de Dios, al contrario, dispuso el corazón de las personas para recibirlo, para que lo acogiéramos y nosotros descubriéramos en Jesús la plenitud del amor del Padre.
Que esta segunda semana de Adviento escuchemos la invitación del Bautista a la conversión, a la confesión, a que le allanemos los caminos al Señor. Hagámonos propósitos grandes y serios que nos permitan recibir sin miedos a Jesús que llega para darle la plenitud a la vida. Tenemos mucho para dar, grandes cosas para hacer. Hagámoslas de la mano de Dios, con Jesús en el corazón y seamos humildes, siempre humildes. Nada de juzgar ni de condenar, nada de presumir de bondad o de santidad. Que lo nuestro sea enamorar de Dios, invitar al cambio, confesarnos pecadores y trabajar para que Aquel (Jesús) que llega sea el Rey de nuestro corazón y del universo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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