Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. De corazón les deseo una muy feliz Navidad y que el Niño Jesús que ha nacido y que está entre nosotros para mostrarnos el amor del Padre y el deseo de que todos nos salvemos, nos llene de alegría y paz y nos haga fieles anunciadores de buenas noticias.
Celebramos la presencia del Salvador entre nosotros
Jesús es el Señor, el Mesías, el Hijo de Dios; es el cumplimiento de las promesas de Dios y ha venido en pobreza y humildad porque su vida es la del Padre y porque solo los humildes poseerán la tierra. Jesús siendo pobre nos enriquece porque nos llena de cielo, de eternidad y porque siendo humilde nos lleva de la mano con ternura, paciencia y misericordia.
En este domingo, cuarto del Adviento y vísperas de la Navidad. Tenemos dos figuras: una es María que con su sí da paso a la encarnación de Dios y san José que yendo a tomar a María como esposa, después que el ángel se lo dijo, es quien pone nombre, da descendencia de David a Jesús y le vincula realmente a la religión Judía. Dios es fiel y va en tiempos determinados llamando, pidiendo, realizando. Para Dios en María y en José ha llegado el tiempo y el camino para el nacimiento de Jesús está allanado.
En el Evangelio de san Mateo se nos presenta a Jesús como el centro y culmen de toda la historia de la salvación.
En Jesús están los pecadores y los santos, los grandes y los pequeños, los fieles y los que no. Jesús centro de la historia la dignifica, la salva y la lleva a su plenitud. Somos su familia, de la estirpe de David, del pueblo escogido y amado. En Cristo tenemos todas las riquezas y la promesa y todo el amor que se entrega por Él.
María y José tienen fe en Dios y saben escucharlo y le creen. Ellos esperan todo de Dios y ahora que son parte del plan de la salvación se comprometen en el silencio a educar, formar a su Hijo, a Jesús el Hijo de Dios. Creer en Dios y creerle a Dios. Ponerse en camino y sentirse partícipes de la historia de amor que salva, que llega al ser humano y que lo transforma.
La virgen María en la anunciación entiende que para Dios no hay nada imposible y al decir su sí sabe que él se encargará de todo. José con su sí es compañía y presencia para María, es modelo para Jesús y es trabajador incansable que lucha para que al Hijo de Dios, a su hijo, no le falte nada. María se abre a Dios; José le obedece. María es amada por Dios, José es respetado y reconocido como aquel en quien Dios puede confiar la educación de su Hijo.
Nuestra Señora se pone al servicio de Dios y deja que él sea el protagonista de la historia.
José escucha y cree y se levanta para ponerse en María y Jesús al servicio de Dios. Ella llena de gracia, él hombre justo. Ella en su sí lo arriesga todo por Dios, él por Dios asume el ser compañero y pastor del Hijo de Dios. Y así nosotros, llamados a un sí que nos comprometa con Dios, un sí que nos haga caminar al encuentro de Jesús y María y un sí que sea confianza y abandono en Dios.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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8. Oración para antes de un viaje
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11. Nueve domingos al divino niño Jesús
16. Oración antes de la confesión
18. Oración para antes de tomar una decisión
19. Ave María en varios idiomas
20. Coronilla de la divina misericordia
Fuente: P. Jaime Palacio
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd.