Navidad
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien. Es Navidad, que el gozo y la paz y el amor que se derrama en este día santo de parte de Dios se perpetúen por años para que desde el pesebre y el misterio de la encarnación del hijo de Dios nosotros seamos himno de alabanza e instrumentos de salvación a la manera de Jesús.
Y así como Jesús se dignó compartir nuestra humanidad nosotros, pedimos en la oración colecta de este día de Navidad, que nosotros participemos de la divinidad de Jesús. Él es un regalo, un don, una bendición de Dios. En Él la divinidad se abaja para hacerse alcanzable y para convertirse en una manera de ser, de vivir.
En Jesús Dios se hace pequeño para engrandecernos.
Hoy es Navidad y celebramos el misterio del amor. Dios que nos ha creado y ahora en su Hijo nos restaura. Él nos quiere partícipes de toda su gloria, de su inmensidad y en Jesús nos llama a una vida santa. Como los pastores de Belén, al escuchar el anuncio del ángel que hablaba del nacimiento del Salvador, también nosotros salgamos a su encuentro y adoremos el misterio del amor hecho carne.
Jesús, conjugación perfecta del verbo amar, se ha hecho carne por voluntad del Padre. Ha llegado el tiempo de la plenitud y Dios manifiesta su deseo de salvar a la humanidad y con ella la obra de la creación, voluntad que se expresa en su Hijo. Por Jesús, que es la Palabra, Dios había hecho todo, sin la Palabra no hizo nada.
En la Palabra, en Jesús, en el Verbo de Dios había vida, en Él existimos desde siempre.
Con el nacimiento de Jesús nos viene la luz para que no caminemos en las tinieblas, nos viene la vida para que viviendo en Él demos vida, nos viene la misericordia para que salvados llenemos de amor a la humanidad. Importante es que nos abramos a la experiencia del amor y de la misericordia, recibamos la luz para no caer y sintámonos hijos en el Hijo amado para que así seamos herederos de la gloria del Padre.
Que Dios nos siga llenado de su amor y nosotros en fidelidad vivamos el misterio de la pequeñez que nos hace grandes, de la humildad que nos hace fuertes y del amor que nos hace redentores en el Redentor.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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