PARA ESTA SEMANA DICIEMBRE 26 DE 2021
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, les saludo deseándoles de corazón un santo tiempo de Navidad; llenos de alegría sigamos dirigiendo nuestros pasos hacia Jesús y que el encuentro con Él llene nuestra vida de paz. El Salvador nos ha nacido, la divinidad ha llegado a nuestro encuentro. Dios se hizo hombre y así nos anima a que los hombres seamos como Él es.
En este tiempo de Navidad se nos presenta la primera fiesta y es la de la Sagrada familia.
Ahora Dios, que en esencia es familia, tiene nuestra sangre, nuestra descendencia, hace parte de la cotidianidad de la vida. El que es Hijo en el cielo lo es también en la tierra. El que es Padre en el cielo, es la razón de la existencia y predicación del Hijo y el que es Espíritu en el cielo ahora es sabiduría de Dios en la tierra. José y María son padres de Jesús, le cuidan y acompañan y con ellos, su lado, crece en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres.
Según la oración colecta de este domingo de la Sagrada Familia lo que uno debe practicar en la vida de familia es precisamente el hecho de estar juntos y compartir; hacer que la familia sea un lugar de encuentro, una referencia esencial en el caminar por la vida; que la familia sea el espacio sagrado en el que nos descubrimos como don de Dios del uno para el otro y nos tratamos desde la convicción profunda de saber que quien comparte conmigo la vida y la sangre, es un ser sagrado, venido de Dios para alegrar el mundo.
El otro, mi hermano, mi familia es la persona con la que mayormente tengo la opción de vivir mi fe, mi propia santidad.
El amor nos lleva a la identidad plena con Dios que es amor; el amor se usa, se gasta, se hace vida principalmente en la familia y de ahí se irradia como la luz. La familia es sagrada porque somos sagrados, somos de Dios.
Nuestro compromiso como miembros de una familia es de manera particular desempeñando el rol que en su debido tiempo se tiene: padre o madre; hijo o hermano. En la familia cada uno es importante, todos merecen nuestra atención y respeto. Honrar la familia con el buen trato, con la acogida, con el servicio, es honrar también a Dios, que para que no estemos solos, nos hace familia y pueblo. Nada de rencores en la familia; el amor de Dios en nuestros corazones nos ayuda a que vivamos con los demás, compartamos con ellos siendo comprensivos, amables, misericordiosos. Que nos respetemos el uno al otro, nos ayudemos en las necesidades y nos abracemos en los dolores. La familia es la escuela donde se aprende a ser cristiano y en la que se vive el cristianismo.
Somos sagrados, somos don para los otros, existimos para una misión. Todos somos grandes miembros de la familia de Dios; todos merecemos el respeto, cada uno irá, a lo largo de los años, descubriendo su misión; somos el vínculo del Padre con la humanidad, somos la presencia del cielo en la tierra. Y la familia es el lugar desde el cual nos proyectamos, ejercemos la tarea de servir y de amor y nos proyectamos a los demás también como vínculo de amor y de unidad.
Feliz día familias.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/KDgs50Fe8gz
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