La Sagrada Familia de Jesús, María y José.
Para hablar sobre la Sagrada Familia resaltamos dos elementos que se deben tener para alcanzar a vivir en la santidad y que se convierten en retos para que también nuestras familias sean sagradas. El primero es saber poner nuestra santidad al servicio de los que amamos, esa santidad que se expresa en el servicio, la acogida, el respeto y reconocimiento de la dignidad que los demás tienen. Somos santos y damos lo mejor que tenemos a las personas, damos a Dios que es amor.
El segundo elemento es que hagamos del amor un sentimiento recíproco, de participación. Que vincula en sus efectos a todos. Dando amor se recibe amor. Sembrando con amor seguro que cosechamos amor. En el verdadero amor se disfruta el acontecer de cada día; las alegría y tristezas que la vida nos depara. Hagamos de nuestra familia, con nuestro esfuerzo el lugar sagrado.
La Sagrada Familia se sabe cómo don de Dios, cada uno es don para los demás
Cada uno es regalo y bendición para la otra persona y en los hijos se proyecta un amor sagrado que, hecho carne abraza y llena de ternura a quien de parte de Dios llega a enriquecer a la familia. La Sagrada familia tiene que ver con el respeto hacia los padres, con el cuidado y amor a los hijos; con la entrega del uno al otro. Del Padre al hijo y del hijo al Padre, cuando hay una verdadera entrega y van pasando los años, el amor se vuelve servicio y entrega en gratitud para que los padres ancianos reciban del amor que durante la juventud y salud dieron a sus hijos.
La Familia es Sagrada cuando se cuidan, cuando se protegen, cuando solo se piensa en el bien del uno hacia el otro. Una familia construida en Dios es dichosa, aunque tengan noches oscuras. La familia es una bendición para los que temen al Señor, es el regalo de Dios que se construye con entrega y fidelidad.
Hoy que celebramos la Sagrada Familia entendamos que siendo cada uno elegido de Dios y amado por Él entonces, se puede esperar, en la familia, por parte de cada uno, compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.
Que en familia ejercitemos el perdón y que la paz de Cristo abunde en cada uno y así en todos.
Que la Sagrada familia sea el centro desde el cual nos proyectamos como creyentes y que cada vez que sea necesario nos pongamos en camino para encontrar a quien se pierde; que tengamos fuerzas para cargar al débil y al cansado y que la sumisión en el amor haga que siempre la otra persona se sienta importante. Estemos atentos los unos de los otros; que nos sobre llevemos con amor y que entendamos que la familia sigue siendo el centro y núcleo de una sociedad que se construye desde el amor.
Feliz día de la Sagrada Familia y que el propósito de este día sea llenar de paz y de amor a quienes nos rodean.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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Fuente: P. Jaime Palacio
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