PARA ESTA SEMANA DICIEMBRE 30 DE 2013
La familia nace de la palabra, de ese te amo que se encarna y nos cambia la vida.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana y de tantas partes del mundo. Es domingo de la Sagrada Familia y además último domingo del año. Qué interesante y linda oportunidad para pensar en estas dos realidades. Mi familia, lo que significo para cada uno de sus miembros y fin de año para hacer un buen examen de conciencia que me lleve a llenar mi vida de buenos propósitos y sobre todo a llenarla de esperanza porque solo así tendré razones para cambiar, para dar mi bien, mi bueno que tengo. Ese amor que a ratos o tantas veces se oscurece y se llena de razones para no dar lo que le es propio: amor.
Realmente todo está dado para coger impulso y comenzar. Dios está con nosotros, la luz ha venido para iluminar nuestras tinieblas; el amor ha tomado la condición humana para llenar de divinidad, es decir de amor, ternura y misericordia, nuestra condición. Éramos frágiles y ahora somos fuertes, éramos pecadores y ahora hemos sido rescatados, éramos extranjeros y ahora somos todos hijos en el Hijo.
Tenemos en Cristo razones para creer, para esperar. Tenemos eternidad y eso llena nuestra vida de alegría. Lo que se da a los demás permanece para siempre y por eso es tan importante saber lo que damos. Sabemos que somos hijos amados de Dios y por lo tanto el complacer al Padre, darle su gloria y honra hace de nosotros mejores ciudadanos, mejores personas. El amor a Dios se demuestra en el amor al hermano.
Dios es familia, cada uno viviendo su proceso y su momento. Cada uno llenándose de los demás, siendo trinidad es uno y siendo uno es trinidad. No se pierde el origen, la casa. Todos estamos invitados a regresar. Mi familia siendo muchos somos uno y siendo uno todos somos diferentes, cada uno en lo suyo, en su proceso. Cada uno es parte de uno. Pero no se es familia por imposición, no es la familia para que todos sean lo que quiero o lo que pienso. La familia es diversidad y lugar apropiado para sostenernos unos a otros, para descubrirnos como regalo. Nos llevamos en la sangre, nos tenemos unos a otros, nos pertenecemos.
Y la familia nace por la palabra, por ese te amo. Esa palabra que hecha carne, honra a la otra persona, la trata con la grandeza, respeto y dignidad que se merece. La familia es palabra, es ese te amo a tiempo; ese te perdono a tiempo. La familia crece en la libertad del amor, se hace persona por amor. En la familia nos damos de una manera tal de ser y de existir en los seres amados siendo cada uno lo que es.
La familia es el lugar de amor, donde la palabra debe volver a ser creíble y donde la vida se recrea. Nos debemos sentir miembros los unos de los otros. Y por eso la familia hay que protegerla, defenderla de quien quiera hacer daño a alguno de sus miembros. La familia debe conservar los espacios sagrados en los que se construye y crece madurando día a día. Espacios sagrados, detalles que hagan sentir a los demás queridos, amados y acogidos. En la familia hay que volver al abrazo, al comer juntos y al trato con respeto. Que la Palabra de Dios nos ilumine y nos ayude a tomar las mejores decisiones.
La familia es la escuela del cristianismo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd
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