Adviento es caminar hacia lo humilde y sencillo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo.
Comenzamos la segunda semana del Adviento con una invitación muy especial: preparar el camino del Señor y quitar todo obstáculo que no nos permita el encuentro con Él. A ponernos en camino para encontrarnos con aquel que viene también en camino.
Pero nos tenemos que poner atentos, estar alertas, apresurar el caminar. Hay que ponerse en movimiento hacia Jesús y pedirle a Dios que en este caminar no tropecemos con impedimentos terrenos sino que nos regale mucha sabiduría para ser capaces de llegar hasta el fin, de perseverar en el caminar donde aparecen tantas pruebas.
Cada día nos vamos acercando más y más al encuentro definitivo con el Señor. Todos, de alguna manera, consciente o inconscientemente, caminamos hacia el cielo; hacia la plenitud, hacia el origen que también es meta. Todos caminamos y nos vamos muriendo, todos vamos el encuentro de quien viene a nuestro encuentro. Es un movimiento del que ninguno puede escapar y por eso lo mejor será tomarnos un poco más en serio la vida, el regalo de la fe, el haber conocido a Cristo.
Que el anuncio del Reino haya llegado hasta nosotros y Dios nos haya elegido para la misión de sanar, liberar, perdonar, anunciar (todos somos discípulos) y nos haya también enriquecido con el don del Espíritu Santo que no solo nos ilumina, guía, fortalece y ayuda sino que también nos relaciona de manera directa con el Padre a quien podemos llamar como tal gracias a su presencia en nuestras vidas. Esto es una riqueza, un privilegio pero también un compromiso: darnos siendo eternamente amantes de Dios, de nosotros y de los demás.
Tomar conciencia de nuestro peregrinar, de la eternidad que nos espera, de las cosas buenas que podemos hacer; de la santidad y la entrega con la que debemos vivir, eso es Adviento. Y tenemos con qué hacerlo, con qué vivir de esta forma. Seguro que nos falta estar un poco más atentos y vigilantes, por eso la cuestión será despertarnos y comenzar a trabajar allanando los propios caminos, derrumbando las montañas en las que nos hemos ocultado. Es tiempo de salir.
Este tiempo nos invita a caer en la cuenta de un amor que nos hace capaces de amarnos y de darnos, de un amor que transforma la realidad de pecado de los demás en pura gracia y que llena de oportunidades la vida propia y la de los demás. Adviento es tiempo de conversión, de dejar lo que no nos es esencial y descubrirnos seres capaces de ser, de amar. Imágenes y semejanza de Dios.
Seguramente tú y yo tenemos muchas cosas que nos hacen tropezar, que nos generan cansancio. Cosas que nos han pasado, realidades que hemos vivido, pecados a los que no hemos renunciado, actitudes que no hemos querido cambiar. Y por eso es que a lo mejor nuestro caminar al encuentro de Jesús sea lento. Se hace doloroso cada paso que damos. Y ¿qué hacer? Liberarnos, buscar otros caminos o mejor, decidirse por el camino que nos lleva a la salvación: por Cristo.
Llenemos la vida de esperanza, en Jesús todo es nuevo y la entrega tiene sentido. En Jesús la mirada cambia y descubrimos la bondad y la dignidad de cada persona. Desde Jesús las relaciones serán de amor y por lo tanto de justicia, de misericordia. Llenas de paciencia y generosidad.
Serenémonos y tratemos de estar siempre en paz. No guardemos ningún sentimiento malo que nos lleve al desprecio de los demás. Adviento es caminar hacia lo humilde y lo sencillo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd