CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA ENERO 12 DE 2020

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El Bautismo del Señor.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Abrazos y bendiciones. Dios disponga nuestros corazones para vivir en el amor y permita que no perdamos nunca la certeza de que somos amados, redimidos y renacidos en las aguas del bautismo, en el fuego del Espíritu y en la sangre derramada en la cruz. Somos grandes, somos amados, somos de Dios. Hombres nuevos en Jesús.

Este domingo, con el que terminamos el tiempo de la Navidad, se nos presenta la fiesta del Bautismo del Señor. Jesús que se sumerge en las aguas del Jordán, se sumerge con cada uno de nosotros y nuestra realidad de pecado, para que de allí salgamos redimidos, hombres nuevos, con grandes proyectos de cambio, con el deseo de caminar en el camino de Dios. Jesús se pone en el lugar del que necesita cambiar y quiere comenzar a ser un hombre nuevo.

Hacerse bautizar por Juan era para Jesús un reconocimiento a la misión que cumplía este hombre que preparaba los caminos, los corazones para Dios.

Más que un rito para purificarse, por parte de Jesús, era la invitación a nacer de nuevo, a dejarse seducir por las aguas del bautismo que se hacen aguas vivas y que disponen la vida para Dios. Jesús viene a cumplir la voluntad de Dios, cumple las cosas que el Padre quiere.

Jesús es bautizado por Juan en el Jordán, es decir “se abajó” y así se comprometió personalmente en la misión de la salvación, asumió la condición de pecador para rescatarnos de los lazos del pecado sin cometer Él pecado alguno. El Espíritu posó sobre Él y el Padre invita a reconocer a Jesús como el Hijo amado en el que Él se complace.

Cuando nos bautizamos entramos a formar parte del pueblo de Dios y del proyecto que el Padre tiene trazado para la salvación del mundo

El bautismo me transforma en aquello que no era, es decir, en una persona capaz de Dios, de hacer las cosas de Dios y de vivir el hecho de haber sido creado a su imagen y semejanza. El Bautismo me hace hijo amado del Padre y puedo vivir la vida de Cristo en donación amorosa, en humildad y sencillez con Dios. Por el Bautismo puedo ser transformado en Él, ser como Jesús y tener su mismo proyecto. Hacer que el Padre se complazca también en nuestra vida.

Jesús trae un proyecto preparado por el Padre, por eso la importancia que una vez nacidos de las aguas del Bautismo, aprendamos a escucharlo y hagamos lo que Él nos pide. Escucharlo a Él es escuchar al Padre. Jesús no solo es el Mesías, sino que también es el Hijo amado. Dios se acerca a la humanidad en su Hijo, el cielo se abaja para que nosotros entremos a la presencia de Dios.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

Fuente: http://ow.ly/URc150xNf8d

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