CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA ENERO 19 DE 2020

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Jesús nos regala su Espíritu, su fuerza, su poder.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, mi saludo con los mejores deseos de paz y bien, que sea una semana para tomar conciencia de la presencia de Jesús en nuestra vida.

Jesús está y viene a encontrarnos. Ha llegado el momento; Jesús sabe de Juan y de la misión que tiene; el bautista tiene claro el objetivo de su predicación y la razón de ser de bautizar y de invitar a la conversión. Solo se esperaba que el tiempo de Dios; este texto (Jn. 1, 29-34) marca, por decirlo de alguna manera, el segundo encuentro entre los dos. El primero se dio en casa de Isabel, ambos en el vientre y éste, en el bautismo de Jesús, que los presenta en su adultez viviendo cada uno su misión.

Jesús es presentando por el Bautista como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; como el que existía desde antes, desde el principio; como el ungido por Dios y que nos regala el Espíritu Santo, nos llena de su presencia de sus dones. Tres realidades fundamentales de fe que a nosotros también nos generan no solo mucha alegría sino también paz en el corazón. Jesús es Dios; Jesús nos perdona los pecados, quita el pecado del mundo y nos llena de su ser; nos regala su luz, su fuerza para que podamos vivir cristianamente la vida. El bautista en el encontrarse con Jesús siente la presencia cercana del Padre, experimenta la fidelidad de Dios y toda su esperanza personal llega a la plenitud.

En Jesús tiene sentido todo lo que ha sido su vida y su ministerio.

Juan el bautista ha vivido para Dios, ha vivido para anunciar y preparar el camino y ahora siente que el tiempo de Dios ha llegado y es el Mesías el que debe continuar la obra bautizando con fuego que es su Espíritu y con agua que es toda la vida que se anhela, todo deseo colmado y que permite simbólicamente nos purifiquemos para Dios que viene a llevar sobre sí el peso de nuestros pecados.

Jesús tiene el poder de perdonar, de reconciliar y este poder le viene del hecho de Él ser Dios, de conocer lo que el Padre de Dios quiere de nosotros. Jesús tiene clara su misión. Fuimos hechos por Él y para Él. Nosotros le pertenecemos, estamos en el corazón del Padre que nos crea y en el corazón del Hijo que nos acoge y nos cuida, somos el regalo de Dios Padre para su Hijo. Jesús sabe del amor que nos ha tenido el Padre, Jesús sabe del deseo del Padre, que ninguno se pierda.

Jesús ha llegado hasta nosotros para que descansemos en Él, para nos confiemos de Él y para que hagamos de su enseñanza una forma de vivir, de ser. En su Palabra, en el bautismo nos llena de su Espíritu para que vivamos conforme a su Espíritu, ese mismo Espíritu que el Padre nos ha regalado.

Juan bautista da testimonio de Jesús

Descubre que Jesús es la persona que él estaba esperando y el descubrimiento se llena de verdad cuando el Padre le permite ver el momento en el cual desciende el Espíritu Santo y además escucha la voz del Padre que nos invita a creer en su Hijo Jesús. Juan da testimonio sin dudarlo y presenta a Jesús con la verdad y desde la verdad. El bautista fue testigo del cumplimiento de la promesa hecha por Dios “el que me envió a bautizar con agua me dijo: “aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.

Juan es un testigo que ayudará a muchas personas a decidirse por Jesús. Juan es el testigo que da la vida por la verdad, que ha preparado, por su predicación y por el bautismo, a algunos judíos, para recibir a Jesús. El momento esperado ha llegado, Jesús viene presentado y Juan entiende que debe comenzar a “disminuir” él no es el Mesías, debe dejar todo para que Jesús asuma con plena autoridad y libertad su misión.

Juan genera “atracción” por Jesús. Juan lo ha presentado y sabe que Él es el esperado; Él es quien quita el pecado, es grande; Él es Dios. Y la gente sigue a Jesús por la invitación y por el testimonio de Juan. Nosotros también debemos aprender a dar testimonio de Aquel en quien hemos creído, debemos invitar a muchas personas para que le sigan, debemos preparar el camino y tener la madurez para dejar que Jesús sea el protagonista.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

Fuente: http://ow.ly/2Gvh50xZb2k

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