PARA ESTA SEMANA ENERO 20 DE 2019
Jesús es el vino nuevo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Que la semana que comenzamos venga cargada de bendiciones, nos sirva para renovar nuestros compromisos con la paz, la alegría y el amor y abra espacios de salvación para cada una de las personas con las que vivimos.
Leyendo el pasaje de san Juan (2, 1-11) podría decir que comienza la vida nueva de Jesús
En la que, tomando cada día más distancia de la familia, se dedica a anunciar el Reino de Dios, a proclamar la buena nueva y a darse a conocer como La Palabra de Dios hecha carne. Ya Dios está con nosotros, camina con nosotros y hace parte de nuestra vida. Jesús es Dios y el misterio de su amor se va haciendo palpable en los signos que realiza.
Dios quiere sellar una alianza nueva y eterna con su pueblo, una alianza de amor fundada en la fidelidad, en la entrega mutua. Las bodas de Caná pueden ser también el signo de la alianza, de Dios que se une como el esposo a su esposa; como el amado que se entrega a la amada, como el salvador que carga sobre sí el pecado de quien amado es salvado.
Ha llegado el tiempo de Dios, el momento en el que Jesús se revela como lo que es
Tal vez María hace que la manifestación del “ser Dios” de Jesús se anticipe en el tiempo, pero también es verdad que María es la única que hasta el momento sabe hasta dónde llega el poder de Jesús y ante una situación complicada que pasa la pareja de Caná, ella no puede quedarse sin interceder por ellos. Jesús no se niega, pero María debe entender que definitivamente no son los signos ni los milagros la carta de presentación, sino más bien la predicación y el estilo de vida y de explicar la Palabra lo que debe hacer y forjar a los creyentes. Y Jesús hace lo que la madre le pide y María nos invita a que nosotros hagamos lo que Jesús nos dice.
Con el vino nuevo, que según el evangelista es el mismo Jesús, viene la alegría; la fiesta de la vida y del amor va adelante. Con el vino nuevo ya no existe el agua de la purificación porque el mismo Dios ha transformado la vida.
Ya con su presencia todo queda purificado, lavado; todo se hace nuevo.
El milagro es un signo que nos muestra a Jesús que es el vino nuevo que cambia la vida, la llena de alegría y colma las necesidades que había quitado la paz del corazón. Jesús es la razón para que la fiesta siga y la alegría desborde la vida.
A muchos de nosotros, como a la pareja, se nos acaba el vino sin darnos cuenta. Han sido muchas las personas que han entrado a nuestra casa, a nuestra vida, a nuestra fiesta y nos han dispersado de tal manera que no supimos cuando se nos acabó el vino. Y ya no queremos dar, no queremos abrir, no queremos ayudar. Hemos perdido la alegría, vinieron las burlas y las críticas que nos acabaron interiormente. La fiesta de la vida, el vino de la alegría se nos acabó. Por eso hagamos aquello que María aconseja, hagamos lo que Jesús nos dice, vaciemos de las costumbres y tradiciones la vida y llenémosla de la novedad del Evangelio, de la Buena nueva de Dios, hagamos que el reino llegue a nuestra vida. Jesús hará que la alegría, la risa, la paz y el amor regresen a nuestra vida, a nuestra casa.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/GLYt30nnCeu