Domingo de la Palabra
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tanta partes del mundo reciban mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Que en esta semana nos acerquemos a la Palabra de Dios que transforma el corazón e ilumina nuestras vidas. La Palabra de Dios sobre la cual debemos construir nuestra vida.
El Evangelio de este domingo tercero del tiempo ordinario (Mt. 4, 12-33) nos dice que Jesús es la luz que en medio de las tinieblas se hace visible de la misma manera que la misericordia y la compasión se hacen visibles en quien se le perdona el pecado; la alegría que genera la luz a los que viven en tiniebla es equiparable a la alegría que siente el pecador cuando se encuentra con el amor y el perdón. Muchas veces es una gran riqueza la oscuridad que nos hace añorar la luz como lo es el pecado que hace añorar el amor y la misericordia.
Jesús es la luz que brilla para los que habitan en las sombras de muerte, en las tinieblas y justo es en medio de los gentiles, es donde abunda el pecado, que se necesita la luz, el amor, la misericordia y es precisamente ahí el lugar que Jesús escoge para establecerse, para invitar a la conversión y para anunciar que el Reino de los cielos está cerca y que por eso es necesario disponer el corazón, organizar la vida conforme al proyecto de Dios.
Y es que para Dios todos somos importantes
Todos hacemos parte del Reino y todos debemos tomarnos en serio el amor así mismo y a los demás. Lo primero es buscar y llamar a los que están lejos, invitar a la conversión a los pecadores y predicar que el reino está cerca, que la nueva forma de ver y de entender la vida ya es un hecho.
La obra de la salvación que el Padre le ha encomendado a su Hijo requiere de personas capaces de entregar la vida, de renunciar a todo. Gente sencilla que acepte la llamada del Señor y día a día esté dispuesta a estarse con Jesús, recibir los dones y hacerse pescadores de hombres.
Con el llamado que hace Jesús a sus primeros discípulos va formando su nueva familia que día a día se va acrecentando.
Una familia que al seguirle entiende que la Palabra de Dios tiene fuerza y transforma, que en Jesús la enfermedad desaparece y los dolores se superan. Los discípulos en el caminar con Jesús entienden que ellos también obrarán el bien con la fuerza y el poder de Dios que en Jesús recibirán.
Llamados todos a convertirnos porque el Reino de los cielos se ha acercado. EL Reino implica la soberanía de Dios. El Reino de Dios se acercó, Dios se movió para traernos la salvación y el movimiento que ahora debe hacer el hombre es el de la conversión, abrir el corazón a Dios.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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