PARA ESTA SEMANA ENERO 23 DE 2017
Necesitamos movernos, desacomodarnos. Necesitamos salir.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y ahora del Carmelo de Cúcuta a donde me han enviado y de tantas partes del mundo, mi saludo cordial y los mejores deseos de paz y bien en el Señor que de nuevo nos invita a vincularnos de manera directa al proyecto del Reino. Nos invita a aceptar en el corazón el mensaje del Evangelio y a salir de nosotros para encontrar a los demás que buscan en el amor de Dios la plenitud del darse, del amar mismo.
Desde Mt. 4, 12-23, digamos que la luz ha comenzado a brillar, Jesús ha iniciado su misión. Las cosas se van dando para que se cumplan una a una las profecías. Jesús es la plenitud de la revelación de Dios, es la plenitud de toda la historia de Israel; es el esperado. En Jesús Dios cumple lo prometido. Ha llegado el tiempo de la luz, de la claridad, de la verdad. Ha llegado el tiempo de Dios que es para nosotros, para la humanidad, el tiempo de la conversión y de la apertura del corazón a la experiencia del amor que está por encima de toda ley. Ha llegado el tiempo de amar y de transformar el mundo desde el amor con el que Dios nos ama.
Ha llegado el tiempo en el que Dios nos invita a vincularnos de una manera más directa; el Reino de los Cielos está cerca y para eso debemos prepararnos: Convertirnos, volver a Dios. Con la llegada del Reino se nos abre un sinfín de oportunidades. Es el tiempo de la esperanza, de sentirnos amados, de sentir que podemos crear juntos un mundo nuevo en el cual todo, sin excepción, es importante y para esto: conversión, mirar desde Dios, sentir desde Dios, amar desde Dios. Solo desde el amor de Dios, desde su corazón los demás nos son iguales, son dignos y tan señores de la creación como nosotros nos creemos ser.
Y los días del anuncio van pasando; Jesús camina y observa. Jesús no pide colaboradores sabios, letrados, poderosos. Los quiere de corazón limpio, aguerridos luchadores y que quieran comenzar una nueva vida desde Dios. Podremos decir que en su pasar por la vida Jesús nos reencuentra, no somos desconocidos. Nos llama. Él nos necesita. El mundo nos necesita. Es verdad que estamos muy ocupados en lo cotidiano, tratando de sobre vivir, pero también es verdad que necesitamos movernos, desacomodarnos. Caminar con Él, detrás de Él; escucharlo y aprender de Él. Necesitamos salir.
Cuando tomamos la decisión por el Reino; cuando nos decidimos seguir a Jesús; cuando aceptamos la invitación y realmente lo dejamos todo… los planes cambian, los intereses cambian: comenzamos a mirar a los demás, nos comienza a importar las vidas de los demás y sus proyectos.
Comenzamos a pescar hombres para el Reino, para el amor.
Jesús pasa y nos llama, nos habla de la necesidad de convertirnos y de disponernos para el Reino de los cielos, que, como los apóstoles, ante la llamada del Señor nosotros “inmediatamente”, “enseguida” emprendamos el camino del cambio, del seguimiento. No será fácil, pero será siempre satisfactorio abrirle la casa al Señor, cambiar por el Señor y vivir conforme al proyecto de amor de su Reino.
Te invito a escuchar de nuevo la voz de Jesús que te llama y a que dejes todo lo que tanto te aleja de Él y comiences a vivir el proyecto para el cual naciste: el del amor.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.