PARA ESTA SEMANA ENERO 23 DE 2022
El Espíritu se ha posado sobre nosotros, nos ha dado su fuerza.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien para la semana que comenzamos. Una semana para seguir trabajando en el don o bendición que somos para todas las personas que nos rodean o que encontraremos a lo largo de estos días. Que cada uno ofrezcamos a los demás lo que en realidad somos: hombres y mujeres elegidos por Dios, ungidos con su Espíritu y hechos luz para que el mundo se sienta enriquecido, fortalecido e iluminado con nuestra existencia. Somos de alguna manera cumplimiento de las promesas de Dios.
En el texto del evangelio propuesto para este tercer domingo del tiempo ordinario (Lc. 1, 11-4; 4,14-21) vemos que Jesús ha comenzado su vida pública y lo hace “saliendo” a predicar, a enseñar. Jesús había sido revestido con el poder del Espíritu Santo y éste le acompañaba, era con su fuerza y poder que Él obraba. El Espíritu Santo es la fuerza y el poder de Dios, es la expresión de su grandeza y potestad; con la fuerza del Espíritu Jesús obrará y dará a conocer el proyecto que Dios tiene con la humanidad. El proyecto del Reino Jesús lo expresa con palabras y con obras. Por el Espíritu Santo no se pierde la relación del hombre con el Padre Dios.
Gracias al Espíritu con el que ha sido ungido Jesús hay comunicación directa. Dios por Jesús en el Espíritu obra por el bien de la humanidad, se hace manifiesta y además palpable en su Hijo.
Dios por su Espíritu en Jesús sana, libera, perdona y sobre todo transforma toda realidad de dolor en alegría. El Padre hace de su Hijo templo del Espíritu y es en Jesús con la fuerza del Espíritu que se hace presente. Es este Espíritu el que desciende el día del Bautismo de Jesús y se posa sobre Él; este mismo Espíritu lo conduce al desierto y lo prepara y dispone para la misión. Este Espíritu se hace manifiesto ahora en lo que Jesús anuncia y luego hará realidad. Gracias a esa forma que tiene Dios de ser en nosotros (su Espíritu) Jesús hará presente el año de gracia del Señor, liberará a los cautivos, sanará los enfermos y expulsará demonios. Solo en Jesús podremos volver a ser lo que en el proyecto creador de Dios fuimos: hechos para el amor.
Es en el pueblo donde Jesús se había criado, donde tenía su familia y amigos, donde Él manifiesta que es el cumplimiento de las promesas de Dios, que lo anunciado ahora es real. Jesús revela su misión e invita a los suyos a que entiendan que desde ese momento su vida será desarrollar el proyecto de Dios, lo que había anunciado por el profeta Isaías. Él era el ungido, la plenitud de los tiempos, la salvación de la humanidad.
Con la calma que da le experiencia de Dios que nosotros podamos decir que nuestras palabras y obras expresan lo que somos: la Buena Noticia de Dios para los demás; el amor de Dios que ha tomado nuestro ser para amar desde nosotros.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/KDgs50Fe8gz
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