PARA ESTA SEMANA ENERO 24 DE 2021
Jesús nos mira, nos llama y nos invita a una vida nueva.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo cordial que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor Jesús que pasa por nuestra vida y nos invita a un cambio que no es otra cosa que regresar a los caminos de Dios.
Volver a Dios es la primera invitación de Jesús. Ya el tiempo se ha cumplido y la fidelidad y amor de Dios se han revelado en la persona de Jesús al que la gente irá descubriendo como su Hijo amado, su predilecto. Jesús comienza la vida pública haciendo una invitación que debe tomarse como una necesidad de los que le escuchan. Convertirse. Regresar a Dios. Solamente la Buena Noticia del Evangelio se puede entender y acoger si estamos en los caminos de Dios, si “desaprendemos” lo que creemos saber de Él y nos dejamos sorprender por la novedad del amor, por Jesús.
El anuncio del Evangelio y la llegada del Reino de Dios es una tarea cuya pretensión es que todo el pueblo judío se abra a la experiencia del amor, acoja a Jesús y haga del amor el proyecto de vida.
Y para esto Jesús invita a personas muy concretas y los hace pescadores de hombres. Jesús mira a las personas, les llama y los invita a dejar todo por la causa de Dios. Dejarlo todo por el Reino. Aceptar la invitación de Jesús sin reparos, sin condiciones. Sentirse capaces de una nueva vida en Él. Esto han hecho aquellos primeros hombres a los que Jesús llamó para el servicio del Reino. Si seguimos a Jesús, si caminamos con Él, Jesús nos hará hombres nuevos, pescadores de hombres.
Todos estamos siendo llamados por Jesús a seguirlo, a cambiar, a dejarlo todo por el Reino. Solo en Jesús encontramos la plenitud de la vida; seguirlo es vencer los miedos y es creer para abandonarnos en Él que una vez le sigamos será nuestra barca desde la que pescaremos a la humanidad que busca ser salvada. Jesús no invita a seguirlo, a formar comunidad. No estamos solos con Él, somos todos y en Él nos hacemos hermanos, hijos, buena nueva para cada persona que vamos encontrando. Hemos sido llamados por el nombre, cada uno en un momento, el que Dios pensó que era el preciso; nos ha llamado en la cotidianidad de la vida al inicio, al final, haciendo las cosas para que en Él lo que hacemos cambie o tenga sentido; ese sentido de la entrega y del servicio que da el amor. “Jesús transforma nuestra vida no porque lo que hacemos no valga la pena, sino para ponernos al servicio de cosas más grandes”. Él no acaba con nuestra identidad, le da otro sentido, el de pescadores de hombres.
Demos el paso, sigamos a Jesús, pongámonos detrás de Él. Jesús es lo más grande. Vale la pena entregarle la vida a Él y al Reino.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/yNJb50D4tDR
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