Epifanía del Señor
Hoy celebramos la Solemnidad de la manifestación del Señor, como Salvador, al mundo entero. En la pequeñez del niño, en la pobreza del pesebre, en la fe de José y de María Dios se ha manifestado, ha hecho palpable el amor a la humanidad. En los magos llegados, de manera extra ordinaria, al lugar del nacimiento, está representada la grandeza del que ha nacido y cada uno de los pueblos que se entendía era la humanidad entera. Ha nacido el Rey en Belén; ha nacido quien merece todos los dones, ofrendas y homenajes. Jesús es adorado por los magos de oriente, es reconocido como el Rey de los judíos. La fiesta de hoy es la manifestación de aquel que es llamado Rey por los magos, pastor de Israel por el profeta, sumos sacerdotes y escribas y Mesías por el mismo Herodes. Jesús es el misterio que el Padre ha revelado.
Dios ya está con nosotros.
Al saberse la noticia que había nacido el Rey de los judíos entonces Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Herodes tuvo miedo de que el recién nacido le hiciera perder el poder que con tanta ambición el cuidaba. Herodes sintió la fragilidad de un reino construido sobre la ambición, el egoísmo, el odio y la maldad. Un niño lo hizo temblar, lo llenó de pánico y le hizo cometer locuras que solo un corazón enfermo por el poder puede cometer. Desde que Jesús nace otra manera de reinar, de vivir, de gobernar, comienza a hacerse realidad. Ya en la pequeñez, en el silencio de Belén y de sus padres, Jesús predica, anuncia, conmueve. Jesús viene a reinar a la manera de Dios, el principio será el amor; el abajarse y servir será su bandera y el acoger a los demás como don de Dios será una característica fundamental para todos lo que anhelan seguirlo.
La oración colecta de este domingo pide al Señor que los que ya le conocemos por la fe lleguemos a contemplar la hermosura infinita de su gloria, es decir, que sigamos fieles en el acoger y reconocer en su Hijo la grandeza de su amor y que un día en el cielo nos gocemos de la gloria, grandeza y, sobre todo, del amor infinito del corazón del Padre Dios. En Jesús Dios se ha manifestado, ha mostrado su rostro y expresa el deseo de salvarnos. Dios busca la manera de manifestarse a los seres humanos, nosotros debemos estar atentos a los signos, muchas estrellas que brillan nos conducen a Él; que cada vez que lo encontremos tengamos la capacidad de ofrendarle la propia vida. Hagamos de nuestra existencia un don a Jesús y que nosotros podamos contar en su proyecto de salvar al mundo.
Nos ha llegado la luz, es el Señor que disipa toda tiniebla.
Jesús se nos ha manifestado, caminemos sin miedos a su encuentro ya que en Él encontramos todo el amor del Padre, amor que restaura, que salva.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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Fuente: P. Jaime Palacio
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