La fe y el amor van de la mano.
Feliz día de san Valentín, feliz día de los enamorados, feliz día de las amistades que llegan y se quedan en el corazón. Qué lindo día para decir gracias o te amo. Día para bendecir a Dios por los amigos y también para saludar a los seres que nos son más cercanos.
Por eso de manera especial saludo en este día a mis amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo y que Dios los bendiga y colme de salud y paz.
Comenzamos el caminar por el desierto y lo haremos de la mano de Jesús. Comenzamos los cuarenta días de Cuaresma y en todo trataremos de ser fuertes para perseverar en los propósitos que nos hacemos. Que sean propósitos de fidelidad, de apertura a los demás, de generosidad y de amor donde sintamos que lo que más nos hace falta es amar más y más cada día, para que como dice la oración colecta de este primer domingo de Cuaresma, progresemos en el conocimiento del misterio de Cristo y que por medio de Cristo nos dirijamos a una conducta cada vez más digna.
El encuentro personal con Cristo debe generar en nosotros deseos infinitos de amar; debe llevarnos a querer ser fieles al proyecto del Reino y sobre todo, nos debe llevar a una vida coherente en la que lo que creemos y profesamos en la fe se traduce en acciones de vida que afectan positivamente las relaciones con los demás. Y para esto debemos prepararnos tanto física como espiritualmente. La lucha, cada vez que nos proponemos amar, servir, imitar a Jesús; se hace fuerte. Es una lucha de tentaciones, de cruz e inclusive, para muchos, de muerte. Pero los que saben de Dios; los que sienten, los que se gozan en Dios, entienden que Él lo es todo y que aunque la vida sea pasajera en esta está la oportunidad de darse. Hemos nacido, hemos vivido, hemos sido enviados con una misión, la que cada uno guarda en el corazón: La de amar.
Ya san Pablo en su carta a los Romanos (10, 8-13) Nos enseña que la salvación comienza con la convicción profunda que la fe salva y que ésta radica en el corazón y es del corazón de donde nacen las obras buenas. El corazón del que tiene fe se convierte en el manantial que alegra las vidas de las personas que aman.
La fe y el amor van de la mano y nadie que crea quedará defraudado, puede ser que uno no entienda de momento lo que pasa, lo que vive, lo que sufre, pero si tiene fe puede entender que todo pasa para bien. De Dios viene la salvación y nosotros debemos hacer de esta certeza una manera de vivir. Con Cristo en nosotros y Cristo desde nosotros, tengan la seguridad que este mundo que clama amor, justicia, paz y libertad será otro. Al mundo no le falta fe, lo que le falta es una experiencia real de Jesús o como nos lo dice san Juan de la Cruz: “lo que falta, si algo falta…, es callar y obrar”
Para terminar recordemos tres cosas:
La primera: Que no solo de pan vive el hombre, podemos luchar por otras causas e ideales; la segunda: Que solo al Señor serviremos, no nos hagamos esclavos de nadie y menos del pecado. Servir a Dios es obrar misericordiosamente con los demás y la tercera: No dudemos del poder de Dios ni de su amor ni de su bondad.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.