PARA ESTA SEMANA FEBRERO 18 DE 2018
Convertirse es volver a Dios.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Un abrazo lleno de la fuerza de Dios. Ha comenzado la Cuaresma, los 40 días para que, desde la toma de decisiones, descubramos que debemos crecer en amor y en fidelidad a Dios y al proyecto del Reino. Vayamos juntos y de la mano de Jesús al desierto, Dios nos cuidará y digamos de una vez por todas al tentador que Dios es nuestro todo, nuestro amor y nuestra vida.
Tomemos decisiones y dejemos de atarnos, de necesitar, de querer apropiarnos de los demás.
Seamos libres y llenemos el corazón de amor de Dios para que demos lo mejor de cada uno a las personas que encontramos en nuestro caminar.
Ha llegado un momento especial en la vida de Jesús; el momento del anuncio, de “salir”, de hacerse conocer y predicar que, con Él, el Reino de los cielos se hace presente. Ya está Dios en medio de nosotros, ha llegado el Mesías de Dios y las promesas hechas al pueblo ya se han cumplido. El tiempo de Dios ha llegado y Jesús marca sus horas y minutos.
El momento de Jesús inicia junto a quien será su guía, su fuerza, su compañía, su amor. Es el Espíritu de Dios. El Espíritu que junta lo humano con lo divino, el que permite que lo espiritual se palpe y se haga carne, el que lo conduce al desierto. El Espíritu de Dios lleva a Jesús al desierto y es ahí donde Jesús proyectará su ministerio, lo pondrá en las manos de quien lo ha generado; Jesús en el desierto se fortalecerá en la prueba y aprenderá que las cosas de Dios traen consigo la lucha por la perseverancia y la fidelidad.
En el desierto se toma la decisión de llegar hasta el final y es en el desierto donde el Padre, después de la tribulación, conforta a su Hijo.
Ha comenzado el proyecto llamado Reino de Dios y con éste el compromiso que Dios ha hecho con la humanidad de salvarla de la condenación, de liberarla de la esclavitud; el compromiso con Israel de enviarles un Mesías salvador, nacido de mujer; el compromiso de hacer de este pueblo una nación grande, libre y llena de hijos. Ya Jesús está en el desierto; están Él, el Espíritu que le guía, anima e ilumina y su amor por la humanidad. Estarán ahí 40 días para luchar y mostrar que el amor a Dios y a la humanidad y la fidelidad al proyecto triunfan y que la tentación y el tentador ya no tienen lugar en el corazón de quien su vida le ha entregado a Dios.
Las tentaciones de Jesús en el desierto son hechas por Satanás. El propósito del tentador es hacer que Jesús desista de su proyecto, que las cosas sigan igual en el mundo y que Jesús tenga fuerza, riqueza, poder, sabiduría pero no de parte de Dios, de su Padre, sino de parte de aquel quiere apoderarse de muchas personas para que desde su pecado, intranquilidad, capacidad de hacer mal, logre que cada día más personas se dejen seducir de lo fácil, lo de lo cómodo, de lo que no permita amar, entregarse o servir a los demás. Hacerle creer a las personas que el gran ausente de la vida es Dios. Y la fuerza del amor triunfa, Jesús sale del desierto a predicar el Evangelio y nos invita a volver a Dios.
Convertirse es volver a Dios.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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Fuente: http://ow.ly/QLXc30moXOx