Hoy celebramos el día en el que María y José presentaron a Jesús en el templo. Ya han pasado cuarenta días desde su nacimiento y ahora viene otra Epifanía o manifestación del Señor que viene reconocido por dos ancianos y presentado a la humanidad como el Salvador. Jesús en el Templo sigue siendo presentado como Buena Noticia, como cumplimiento de las promesas del Padre, como aquel que viene de Dios a cumplir los designios salvadores de Dios Padre.

En Simeón y en la profetisa Ana se encuentran las personas que no desfallecen en su fe, que no abren espacios de dudas, que entienden que el tiempo de Dios llega y que la clave está en vivir en la esperanza cierta del cumplimiento de las promesas de Dios.

 

Este Evangelio nos pone ante Jesús que es la luz que viene a iluminar, ante el Salvador que es presentado al Padre. Jesús es la gloria del Padre, es decir, la manifestación de su grandeza, omnipotencia, pero también la manifestación de su amor y de su deseo entrañable de salvar a la humanidad. Es importante que nosotros tomemos la decisión de esperar al Señor que llega, que ese día nos encuentre preparados para que con alegría podamos celebrar el encuentro. Estamos invitados a ponernos en camino, ir al encuentro, aprender a reconocer su presencia y a tomarlo como la razón de nuestras obras y palabras. Jesús es salvación, es amor, es lugar de encuentro con Dios. Jesús es luz y certeza infinita de saber que Dios Padre cumple cada una de sus promesas.

En este día de la Presentación del Señor renovemos juntos la ofrenda de nuestras vidas, entreguemos a Dios la propia existencia para que desde cada uno Dios santifique y siga salvando a la humanidad. Recordemos que hemos sido consagrados para Dios, que en Él nos movemos y existimos y que nosotros de alguna manera, consagrados a Dios, estamos en el mundo para salvar, desde el amor, a las personas que vamos encontrando en el caminar de la vida. Siempre debemos sentirnos posibilidad de Dios para aquellos que tanto necesitan de Él, para la humanidad que busca ser salvada e iluminada. Que lo que se diga de nosotros también sorprenda al mundo porque en cada uno Dios acoge. Seamos signos de contradicción haciendo siempre el bien.

Acercarse al que es la luz, la libertad, la paz, la salvación trae consigo en que crezcamos, nos llenemos de sabiduría y hacer de la gracia de Dios el gran regalo con el que enriquecemos a la humanidad.

 

Con mi bendición: