PARA ESTA SEMANA FEBRERO 3 DE 2019
Dios es siempre novedoso, siempre nuevo y existe desde siempre.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos para la semana que comenzamos. Ya la cuarta del tiempo ordinario en la que estamos siendo invitados a amar con todo lo que el amor conlleva y aceptar la novedad de Dios que se nos hace presente a través de tantas personas bien por palabras como por acciones.
El lenguaje de misericordia que usa Jesús y que causa admiración entre la gente, es un lenguaje que llena de posibilidades a las personas, que llena de esperanzas nuestras luchas personales y que sobre todo, invita a volver a Dios en cuanto que lo hace Padre de bondad y de amor; Padre cercano y lleno de misericordia.
Para los conocidos de Jesús resultaba imposible dar “un salto en la fe”, para ellos Jesús no era más que Aquel que “conocían”, del que sabían algunas cosas; no entendían de dónde Jesús sacaba tanta sabiduría y realizaba las obras que hacía. En el fondo los que le conocían eran los que le desconocían. Los amigos y vecinos se quedaron en lo que sabían y no pudieron trascender lo que en realidad Jesús les estaba manifestando.
Esa mañana en la Sinagoga Jesús había sido claro:
Él era el ungido por Dios, Él traía la buena noticia del amor; Él venía a cuidarnos, sanarnos y liberarnos. El Espíritu estaba con Él y Él solo hablaba las cosas de Dios. El asunto estaba ya en la apertura en fe de sus mismos conciudadanos.
Creer, confiar, abandonarse es un privilegio. Que Jesús se nos manifieste como el Mesías y el Salvador es un regalo, que nosotros le escuchemos y que su Palabra la conozcamos es una bendición. Somos los elegidos, los escogidos por Dios. Tenemos una misión grande en el mundo y es la de llenar de amor, de palabras de admiración y de grandes prodigios el mundo que anda hambriento y sediento; la gente anda como ovejas sin pastor.
Jesús fue enviado a nosotros y nosotros somos enviados por Él al mundo entero.
Hay que ser firmes, perseverantes. No nos dejemos llevar por celos ni por rivalidades. Que la novedad de Dios no se agote en lo que creemos saber. Dios día a día se nos revela, se nos manifiesta, nos regala grandes y buenas noticias que nos mueven a amarle con todo el corazón y con todo el ser.
Nosotros no deberíamos extrañarnos de las cosas buenas que hacen las personas, deberíamos mejor recordar que nuestro origen es Dios y que nuestra misión nos viene de Él. Encontrarnos con quien somos y de lo que somos capaces podría extrañar a los que nos son más cercanos, pero no por eso debemos dejar de obrar el bien. Hay que dejar que Dios emerja, que las cosas divinas fluyan de lo más profundo del ser. Antes de nacer Dios nos amaba, nos había consagrado para que estuviéramos a su servicio. Nunca nos extrañemos del bien, es lo más normal, lo natural del ser humano.
También aprendamos que cuando algo o alguien escapan de nuestros conceptos o conocimientos, no por eso es “malo” o su vida pierde valor. Abrámonos al respeto, que en la novedad de las personas encontremos una oportunidad de crecer y de cambiar. Dios es siempre novedoso, siempre nuevo.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/gBBN30nyH4X