PARA ESTA SEMANA: JULIO 18 DE 2016.
Es bueno sentarse y escuchar.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Mi saludo cordial con los mejores deseos de paz y bien para la semana que comenzamos. Que sea una semana de encuentro con Dios que sale a encontrarnos, que llega a nuestras vidas y nuestra casa. La Palabra vino, se hizo carne. Palabra para ser escuchada y comida; escuchada y obrada; sembrada y germinada. La Palabra que llega a nuestro corazón y hace su morada en la intimidad del ser humano.
En esta semana vamos a proponernos sacar tiempo para el Señor. Tiempo para orar, tiempo para la Palabra. Les propongo que al menos una vez al día, en medio de las ocupaciones que tenemos, nos sentemos a los pies del maestro como lo hizo María en Betania. Es bueno y es necesario para la vida escuchar la Palabra de Dios porque ésta nos ilumina. La Palabra de Dios tiene poder.
Es bueno sentarse y escuchar al maestro que tiene cosas para contarnos, consejos para darnos, paz para serenarnos. Hay que escuchar al Señor para poder hacer su voluntad, para ser dichosos y para saber qué hacer en tantos momentos de la vida que nos resultan complicados.
Es verdad que podemos hacer cosas y estar orando, pero los amigos, los que se aman, los que nos son importantes, requieren tiempo; que nos detengamos, que les escuchemos bien y con atención, ellos quieren que hagamos las cosas que nos dicen. Es verdad que el Señor está en todas partes, que pasa por nuestra vida, pero también es verdad que Él se retiraba a orar y a descansar, que hablaba en la intimidad con sus amigos y que les enseñaba en privado, además que les explicaba tantas cosas que era necesario que ellos entendieran. Jesús pasa y se detiene en la casa de estas mujeres que le cogen y escuchan. Si nosotros le acogemos y escuchamos Él constantemente estará llegando a nuestra casa, a nosotros, para quedarse. Qué lindo sentirse oasis, lugar de descanso para Dios. ¡Qué gran reto!
Cuando nos disponemos para escucharlo, para que nos escuche, para hablar con el que nos ama y por el cual algunos sentimos, amor, otros, admiración, otros, reverencial respeto, también estamos dispuestos a acogerlo. No lo dejamos pasar de largo, hacemos que se detenga para que entre a nuestra casa, para atenderlo.
Acogida, escucha, atención, servicio son todos aspectos de una misma realidad: queremos que se sienta bien y queremos aprender de su paso por nuestra casa.
Vamos esta semana a detenernos, vamos a volver a gustar de Él, a sentarnos a escucharle. No andemos inquietos ni preocupados, dejemos que el Señor nos instruya, nos ilumine, nos bendiga.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.