PARA ESTA SEMANA JUNIO 12 DE 2017
La Santísima Trinidad
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas de Cúcuta y de tantas partes del mundo. Abrazos y bendiciones, todo lo mejor para la semana que comenzamos. Una semana de amor y sobre todo de paz.
Estamos celebrando la Solemnidad de la santísima Trinidad; con alegría nos hemos ido acercando al misterio del amor del Padre que ha creado y que también en su amor ha tomado la decisión de salvar al mundo del camino y destino que llevaba. Y por eso se nos revela o manifiesta en su Hijo Jesús, rostro del Padre misericordioso el cual nos invita a la conversión y por lo tanto a volver a los caminos de Dios que son de justicia y de paz.
Complemento perfecto en este proyecto, que nacido del amor es para la salvación, el Padre nos ha enviado, al Espíritu Santo que tiene la misión, desde cada uno de nosotros, de llevar a plenitud la obra iniciada en su corazón de Padre, manifestada en la encarnación de Jesús y continuada por tantos hombres y mujeres que, llamados por Dios, anuncian con la palabra y con la vida el anhelo que tiene el Padre de que todos nos amemos y vivamos a plenitud la existencia.
La Trinidad es Dios, tres personas distintas, cercanas e íntimas a nosotros. Capaces de abajarse y de habitarnos, de llenarnos de lo que son para que tengamos experiencia de un amor que se hace eternidad, amor con el que somos amados y con el que se espera podamos amar a los demás. La Trinidad expresa el amor como sentimiento único de Dios. El amor que se hace Hijo y el amor que llena cualquier relación de vida y que se llama Espíritu Santo. Entre ellos no hay diferencia, son el uno para el otro; ellos tienen una misión frente a la humanidad. Es Dios creando, Dios amando en su Hijo; es Dios llenando todo de vida, de fuerza y lo hace en el Espíritu. Son todos como proyección de amor de Uno, del amor de Dios.
Dios que crea nos ama en su Hijo, Dios que salva nos salva en su Hijo, Dios que nos llena de Él lo hace en su Espíritu. Dios que sigue llenando de vida y de fuerza lo creado y da cuerpo y eternidad a su proyecto lo hace en su Espíritu que se recibe como don, como regalo en lo más profundo del corazón de cada persona que ha sido llamada para una misión. Para el bien.
De la Trinidad nos habla Jesús. Nos enseña un Padre que ama, ese Padre conocido por Él y por el que Él ha obrado cosas maravillosas. Jesús conoce al Padre porque ha venido de Él, ha sido envidado por Él como luz en las tinieblas, como vida en la muerte y como paz y amor en la guerra y conflictos. Jesús nos invita a creer en Él, a que lo acojamos y cumplamos sus mandatos, para venir con el Padre y el Espíritu junto y hacer morada en cada uno; amando a Jesús vivirán en nuestro corazón y nos darán luz y fuerza y alegría y paz. Dios es Palabra pronunciada y se llama Jesús, salvador; es presencia eterna venida del cielo, vínculo que desde el amor acompaña y sostiene a los creyentes y se llama Espíritu Santo.
Dios que es trascendente se hace carne sin dejar de ser Dios. Responde a la necesidad de amor amando, a la necesidad de perdón siendo misericordioso, a la necesidad de paz y de alegría dándonos el Espíritu Santo. La Trinidad nos habla de Dios en un constante movimiento de amor, porque Él es amor, va amando en cada circunstancia la realidad humana y a la creación siendo uno en tres cubre lo que todo ser humano necesita para ser feliz.
Abrámonos a los dones de Dios, acojámoslo en el corazón y vivamos la experiencia Trinitaria de Dios que no ahorra nada por nuestra felicidad y se entrega por completo a cada uno, seamos morada de Dios que busca corazón para ser desde ahí el Dios con la humanidad.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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