PARA ESTA SEMANA: JUNIO 20 DE 2016
Vivir en el amor y respeto s tu santo nombre.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Les saludo y pido a Dios colme de amor y de sabiduría la semana que comenzamos. Que nuestras decisiones estén inspiradas en Dios, es decir, en su amor para el bien de todos.
En la oración colecta de este domingo XII del tiempo ordinario pedimos a Dios vivir en el amor y respeto a su santo nombre; amor y respecto dos palabras que marcan definitivamente nuestra manera de ser y sobre todo de actuar. Vivir en el amor es tener la certeza que Dios nos acompaña, que nos perdona, que nos quiere cerca de sí haciendo posible el proyecto del Reino de los cielos.
Vivir en el amor de Dios es saber y tener cierto que en Él nos movemos y existimos; tener claro que estamos salvados y que hemos sido enriquecidos con los dones necesarios para ser en el mundo instrumentos de su amor y de su salvación. Vivir en el amor es no dejarse vencer por las contrariedades o ingratitudes, no devolver mal por mal. Es saber que hay que perdonar al que ofende, orar por quien nos calumnia y por quien nos persigue. Es ser humildes, mansos, limpios de corazón, pacientes, misericordiosos y trabajar por la paz y la justicia. Vivir en su amor no es fácil y por eso hay que pedirle fidelidad y constancia en la fe.
Es pedirle que Él se apodere de nuestro corazón para desde ahí tener entrañas compasivas y misericordiosas, ser como Él Santo y perfecto.
Vivir en el respecto del nombre de Dios se convierte en un principio de humildad pero también de adoración. Es esa capacidad de silencio interior, de vida orante, de cuidar muy bien las palabras. Es convencerse que a Dios se le “hiere” en la ofensa al prójimo, en el desprecio o indiferencia, en los gestos, en la negación del perdón y se le hace indigno cada vez que lo metemos en nuestros negocios faltos de palabra verdadera; cada vez que lo ponemos por testigo debido a nuestras inseguridades y miedos; hacemos indigno su nombre cuando no nos comportamos conforme al nombre de Cristo, a sus enseñanzas. El nombre de Dios toma carne en cada uno, su nombre es el nuestro y por eso no podemos despreciar, no podemos odiar y menos maltratar o calumniar a los demás, todos tenemos, por más insignificantes que parezcamos, lo más sagrado que a Dios mismo que habita en cada uno.
El nombre de Dios como tal no lo sabemos, es sagrado como Él es sagrado y merece tanto respeto que se vuelve innombrable. Su nombre tiene ese aire de lo misterioso, de lo amoroso porque solo saber que está, que existe ya nos basta a quienes le amamos. De Dios sabemos que Él es el que Es y obra y quiere nuestro bien y nuestra salvación y lo hace todo por amor.
Volvamos al amor de Dios con la certeza que su amor es el fundamento que nos sostiene en los proyectos de bien, que nos ilumina en las decisiones y que nos acompaña en el caminar de la vida. Dios en su providencia nunca abandona a quienes están fundados en su amor y obran según su voluntad.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd
Papás mi bendición especial en este día en el que le damos gracias a Dios por sus vidas y por cada detalle de amor, de paciencia y de misericordia con el que han llenado las nuestras. Papás difuntos, desde el cielo, sigan acompañándonos para que nos alcancen de Dios la fe y bendición. Abrazos, oraciones.
Feliz día.
P. Jaime Palacio.