Vivamos para Cristo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Mi saludo cordial y abrazos cargados de bendiciones para la semana que comenzamos. Dios nos conceda permanecer en su amor siendo fieles y haciendo las cosas con la certeza infinita que Él jamás nos abandona y que en Jesús sigue calmando las tempestades que nos amenazan y nos llevan a la desesperación. Que en todo, pero de manera especial en las tribulaciones, nos acerquemos a Él, nos abandonemos confiadamente en sus brazos y sigamos adelante con los proyectos de bien que hemos pensado.
Vivamos para Cristo, no para nosotros. Vivamos para quien existe en todos ya que cada uno lleva el aliento de quien es eterno, de la divinidad, de Dios. Todos participamos de la dignidad de ser de Dios y habitados por Él.
Dios nos ha justificado por amor; el veredicto en contra de la humanidad pasó por su amor y nos juzgó como dignos en su Hijo que sigue intercediendo por nosotros. Dios nos ha hecho dignos de su amor y por tanto dignos de ser amados por los demás así para muchas personas parezcamos o nos hayamos hecho despreciables. Por eso como escribe san Pablo, en las relaciones con los demás, ya no juzguemos con criterios humanos, juzguemos desde Dios que nos ha amado. Dios cada uno lleva en su corazón.
Encarguémonos de amar y de disfrutar del amor de los demás.
Si somos de Cristo y si vivimos en Él, caigamos en cuenta que somos creaturas nuevas y que todo lo podemos llenar de posibilidades aportando el amor que tenemos, lo bueno que somos; hagamos con los demás eso mismo que ha hecho Dios con nosotros que nos ha amado fielmente y hasta el “extremo”.
En la oración colecta de este domingo 12 del tiempo ordinario le pedimos a Dios que nos conceda tener siempre amor y respeto a su santo nombre y así, abiertos a su amor, Él podrá dirigir nuestra vida, Él será a quien imitemos; Jesús seguirá siendo el Camino y la verdad de la vida.
Teniendo amor a Dios sentiremos en la debilidad su fuerza y en los miedos su cercanía y su luz que ilumina las mejores decisiones. Cuando amamos a Dios sabemos que en Él podemos confiar. Abandonémonos a su bondad y a su amor. Seamos fieles aunque en el momento presente todo parezca adverso. Estamos en las manos de quien amándonos ha querido un mundo justo para nosotros. No dudemos, no perdamos la fe. Dios está con nosotros.
Si aprendemos a mirar desde Dios, a tener gestos de amor y de misericordia como los tiene Dios; si comenzamos a no excluir a los demás y trabajamos desde parámetros de inclusión como lo hace Dios; si sentimos que desde Dios todos somos hermanos y en la tragedia, miseria y dolor del hermano, todos tenemos qué ver; entonces el mundo cambiará.
Dios no viene a cambiarnos, ha venido para que volvamos a ser, volvamos a lo esencial y dejemos todo lo que en la vida es accidental, caprichoso y pecaminoso sea convertido en gracia y amor. Cambiar de mentalidad es comenzar a pensar desde aquel que nos llena y que nos habita pero que hemos olvidado, marginado.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd