No tengamos miedo
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, Carmelo Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien y además toda la fuerza para que juntos sigamos trabajando por el Reino. Que jamás acallemos el anuncio del Evangelio, que los miedos no sean la causa por la cual el Evangelio deja de ser anunciado o vivido.
La predicación debe hacerse de manera directa.
La valentía es un don y es el que hace imposible que se deje de anunciar el mensaje del Evangelio. Que nuestra predicación sea completa, sin cortes ni acomodaciones. No callemos en lo fundamental por más exigente que parezca. No temamos a lo que nos pueda costar la vida; nunca olvidemos que la eternidad es Dios. El que pierde la vida por Cristo la gana.
Que el miedo no nos paralice, no nos calle. Tengamos miedo a Dios que nos pide la verdad inclusive por encima de la vida misma. Temamos a Dios al que realmente le debemos la vida. El temor del Señor es la esperanza de la fortaleza. Temamos a Dios, de no ponerlo en primer lugar. El temor a Dios se desborda en confianza, Dios nunca nos abandonará, nos ama. Nuestra vida está en sus manos y si nos abandonamos a Él no debemos por qué tener miedo. Él es principio y fin, es dador de la vida. El no temor invita a la confianza y la confianza invita a la confesión, al anuncio, a no ocultar la fe. El amor de Dios se derrama en nuestros corazones para que desde el amor que nos tiene seamos fuertes en la fe y nuestro testimonio venga acompañado de buenas obras.
Jesús presenta a los discípulos la vida como una alternativa entre oposiciones y decisiones.
Nosotros decidimos, escogemos entre dar a conocer, predicar o esconderse, silenciarse. Hablamos al oído o gritamos en la terraza. Debemos optar, tomar posición frente a la vida, lo que anunciamos y lo que creemos. Debemos hablar desde el corazón que es el lugar de la experiencia de Dios. Somos importantes para Dios, tenemos valor para Dios y eso por eso que ninguna crítica, ni las persecuciones, nos tienen que llevar al miedo y mucho menos a hacer perder la propia estima. Nuestra vida es importante, cuenta para Dios y el Reino que anunciamos la necesita. No vamos a caer: El Padre Dios está para sostenernos.
Nadie nos quitará la vida por la verdad. Dios es dueño de la vida verdadera, de la eternidad.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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