PARA ESTA SEMANA JUNIO 28 DE 2020
Lo importante es enamorarse, el Reino se extiende desde el corazón enamorado.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor y el anhelo infinito que cada día amemos al Señor más y más para que en el mundo los enamorados de Dios sigamos siendo la buena noticia, demos testimonio de paz y seamos vínculo de unidad para con todos.
Del texto propuesto para este domingo XIII del Tiempo Ordinario (Mt. 10, 37-42) podríamos concluir que nosotros nos hacemos dignos, es decir, la alegría de Jesús, cada vez que nuestro amor por Él excede cualquier otro amor, cuando le amamos sin tener ataduras, ni apegos; cuando nuestra única referencia al amar es el amor divino que se encarna en nosotros cuando le abrimos el corazón. Y es que con personas enamoradas y consecuentes con todo lo que significa estar amando a Jesús, entonces la misión toma un matiz muy particular: llega a dónde sea y se está dispuesto a pagar el precio que implica hacerlo llegar.
Para Jesús son importantes los hombres y las mujeres que le amen, que sean radicales y estén convencidos de lo que es y significa el Reino y la presencia de Dios en el corazón.
El amor humano necesita estar en Dios para que sea un amor estable, capaz de dar plenitud al corazón. El amor de Dios es eterno, no acaba y supera toda limitación. Por eso Jesús nos invita a que ese amor esté en el centro del corazón y que amemos como Él mismo nos ha amado.
El que, por el amor, por el servicio, por la disponibilidad, por el sacrificio de la propia vida, se hace digno de Jesús entonces permite que el Señor se identifique con Él, que su vida sea asimilada a la de Jesús, que haya una sola identidad: el cristiano es de Cristo y en todo refleja su presencia y su ser, su amor y su entrega incondicional. Jesús ama a sus discípulos, los invita a dejarlo todo para ser Él en ellos su todo y su propia vida.
Jesús nos da la suficiente serenidad, él mismo irá abriendo caminos y dispondrá muchos corazones para que el mensaje sea acogido
Nuestro Señor Jesús tiene la recompensa para todos aquellos que tienen detalles con sus discípulos. Es Él mismo en ellos quien llega a las ciudades y a los corazones de las personas. La vida está marcada por la acogida, por la relación con los demás, por el reconocimiento de la dignidad que tiene la otra persona con la que puedo entrar en relación. El sentido de la vida está en la entrega, en el reconocimiento de la dignidad de los demás, en el saberse al servicio del pequeño, del frágil, de que cae. Jesús se hace la fuerza de la entrega, del perder la vida para ganarla viviendo en Él.
Amemos que la fuerza del Reino está en el amor. Amemos como Jesús amó y vayamos a dar testimonio con lo que hay en corazón: apasionamiento por Jesús. Enamoremos, apasionemos a los demás por Jesús y su Reino.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/haHq50AjQky
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd