PARA ESTA SEMANA JUNIO 3 DE 2018
Cuerpo y Sangre de Cristo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, mi saludo en este día tan especial en el que celebramos la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo y en el que iniciando una nueva semana, nos llenamos de su presencia redentora que nos hace cercanos al misterio del amor de Dios que también nos pide entrega generosa de cada uno de los dones y talentos con los que fuimos enriquecidos para construir un mundo nuevo, un mundo que crea que también en el prójimo, en los demás, existe el principio de esperanza y el deseo de una paz duradera fundada en la justicia, respeto y amor.
Acercándolos a la liturgia de la Palabra para este domingo entendemos que la sangre derramada por Cristo es redentora. En su sangre somos purificados, somos nuevos, somos abrazados en amor y plenos de poder para ponernos al servicio de Dios.
Jesús ha venido a sanar la historia de pecado que muchos podemos traer por el no cumplimiento de los mandamientos dados por Dios al pueblo de la antigua alianza y da, en su muerte, un nuevo sentido al ser de Dios y al servir a Dios.
Desde el acontecer de Cristo en la historia, todos estamos llamados a ser bienaventurados, a vivir abiertos a Dios; Jesús nos dice que vale la pena ser humildes, mansos y sencillos, mantener limpio el corazón, llorar ante el dolor, trabajar por la paz y tener hambre y sed de justicia. Ahora la nueva alianza y los mandatos están en relación con Dios en el rostro del prójimo hambriento, sediento, enfermo, preso, emigrante…
Hoy debemos entender que todas las acciones realizadas por Cristo nacen de la experiencia del amor trinitario y que se realizan para que nosotros los humanos encontremos el sentido pleno de las cosas que hacemos y, para que, todo aquello que hacemos pero que no construye, que no sana, que no genera paz ni vida, desaparezca. La sangre ha sido derramada para el perdón de los pecados. Jesús Eucaristía es redención, libertad, encuentro, alegría. Es Dios entrando en lo más íntimo para existir en cada uno.
Entendido que todas las acciones de Jesús son salvíficas y llevan al ser humano a la plenitud de la vida, entonces encontrar a Cristo es encontrar el camino, la verdad y la vida. Encontrar a Cristo es encontrarse con el amor que posibilita y que ha de llenar de amor todo acto que realizamos. Jesús es vida, es resurrección, es agua de vida eterna.
Jesús es alimento, maná del cielo, eucaristía.
La fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo celebra la entrega que Él hace de sí mismo a sus discípulos y en ellos a todos nosotros; Cuerpo y Sangre que se convierten en sacramento de salvación y de encuentro no solo con el que nos salva sino que también con el que nos sana de las enfermedades, nos cura las heridas y nos hace hermanos llenos de alegría y de esperanza. En la fracción del Pan Él se hace encontradizo.
Jesús se “dona” o se entrega para quedarse con nosotros, para vivir en nosotros, para que seamos en Él y desde Él generadores de vida y de cosas lindas que alegran el corazón del ser humano. La donación que Jesús hace en la Eucaristía es también un reto para cada uno de nosotros que nos alimentamos de su Cuerpo; es aprender a prolongar en la propia vida esa acción de entrega o donación hasta el final; es amar hasta el extremo de saber quedarse para siempre en el corazón de los demás y de hacerse vivo y presente en cada acto en el que se encuentren los que amamos.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/a3j830moXeS