Pentecostés
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Dios nos conceda la fuerza de su Espíritu para vivir la santidad a la que estamos llamados y nuestra vida sea así parte de las maravillas que el Señor obra por el mundo a través de cada uno de nosotros.
En este domingo celebramos el don del Espíritu Santo derramado sobre aquellos que llenos de miedo y encerrados tenían la tarea de salir, de predicar, de invitar a la conversión y dar testimonio de Jesús que sigue vivo, ha resucitado y se ha hecho presencia que conforta y anima a su comunidad. Jesús desde el cielo nos envía, por voluntad de su Padre, al Espíritu que es fuego transformador, que acompaña y llena de valentía a los discípulos. Hoy celebramos el don del Espíritu que derrama sus dones por toda la tierra para realizar las maravillas que produce el ser habitado por el don del amor que nos transforma en los forjadores de un mundo nuevo.
Pentecostés sirve de marco de referencia a la Iglesia para hablar y así presentar el don del Espíritu a la comunidad de los creyentes.
Espíritu que es fuerza que se vuelve palabra predicada y acompañada de grandes signos que hacen “palpable” este don, cumplimiento de las promesas del Padre y de Jesús. No estaremos solos, vendrá el Espíritu Santo que hablará por nosotros, nos defenderá y con confortará. Jesús mismo al resucitar, antes de su regreso definitivo al Padre, “sopló” sobre sus discípulos y le dio el Espíritu Santo.
Los discípulos necesitaban de Jesús muchas cosas para tener certezas y así acabar de entender lo sucedido. Jesús al aparecer les regala la paz, les lleva la paz para que después de la locura de la cruz y de su muerte llegue la alegría de la Pascua, de su resurrección. Con el don del Espíritu los discípulos son fortalecidos para que salgan llenos de misericordia, de poder, de fuerza a predicar, a perdonar y a llevar la paz que tienen ahora como don de Dios.
Pentecostés nos habla de un lenguaje único y que todos podemos entender; en Pentecostés superamos las barreras del odio, de la división; dejamos los miedos y salimos al encuentro de los demás. Pentecostés es la fiesta de lo que se llenan de paz, de fuerza, de valentía; la fiesta de los que reciben el Espíritu Santo que cambiará la vida de cada uno ya que él nos impulsará, nos llenará de certezas y nos ayudará a permanecer fieles hasta la muerte.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: https://parroquiacarmelitascucuta.com
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