PARA ESTA SEMANA JUNIO 9 DE 2019
Pentecostés.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien. Que esta semana en la que renovamos nuestro ser templos y presencia del Espíritu de Dios, sea la oportunidad para darnos, para entregar lo mejor y para ayudar a tantas personas a llenarse de la fuerza, del amor, de la paz que solo Dios regala a través de Espíritu que nos llena y que es presencia, amor, paz y bendiciones.
Meditando el texto de los Hechos y del Evangelio que la liturgia de hoy nos presenta, puedo anotar que lo que esperábamos para que la obra o el proyecto del Reino siguiera y que también los discípulos necesitaban para tener fuerza, valentía, palabra y sabiduría, llegó el día 50, en pleno Pentecostés, cuando todos ellos estaban reunidos por motivo de la fiesta de la cosecha.
Llega Aquel que Jesús les había prometido: El Espíritu Santo.
Ese día ellos sienten la presencia real de un fuego que los hace mover, de unas lenguas que les hace hablar, de una valentía que les hace abrir las puertas. Ese día, el día 50, entienden lo que Jesús les había dicho; comprenden que hay que salir a predicar, que el mensaje del Evangelio no puede quedarse encerrado, que ellos ahora llevarán la buena noticia por todo el mundo, que ellos invitarán a la conversión, sanarán, perdonarán pecados y bautizarán con Espíritu y fuego para que las personas que crean sean criaturas nuevas, agentes del amor, presencia real de Jesús.
Ahora ellos son comunidad, son pueblo de Dios. Han sido fortalecidos y santificados por el Espíritu. Ahora son testigos de un amor que desborda, que sana heridas, que reconstruye vidas como es el amor de Dios. Ahora ellos irán de pueblo en pueblo llevando la buena nueva y en el nombre de Jesús expulsarán demonios, sanarán enfermos, perdonarán pecados y harán entender a la gente que les acoja y escuche, el plan salvador de Dios.
Hoy es el día de la Iglesia.
Es un día muy lindo para renovarnos, para renovar nuestro compromiso con nosotros en el que reconocemos que hemos sido santificados y enriquecidos por Dios para una misión y para una forma de vivir concreta que se llama evangelio y también para renovar el compromiso que tenemos con los demás de enriquecerles la vida a través del don que se nos ha dado. Hoy es el día de salir del encierro, de dejar los miedos y de lanzarse a caminar por el camino del amor, de la salvación.
El Espíritu está y estará siempre con nosotros, nos habita; somos su imagen, su rostro, su cuerpo. Nosotros estamos llamados a ser transparencia de un don de amor que es persona, que se hace uno con y en cada uno. Llamados y ser ese fuego de amor, esa agua que refresca, la luz que ilumina, el beso que llena de amor y el abrazo que acoge.
Somos templos, presencia real del Espíritu de Dios que quiere en nosotros hacer las obras que ayuden, que edifiquen, que lleven a la plenitud a la humanidad.
Sintamos de nuevo la necesidad de Dios, de su enseñanza, de su Palabra, de su fuerza, para que Él nos encuentre vacíos, débiles, sedientos y venga con todo su amor, su poder, sabiduría y frescura a llenar nuestra vida y así valientes, equipados, fuertes, salgamos a predicar y a testimoniar a Dios en la cotidianidad de la vida.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/Fze250uzRos