PARA ESTA SEMANA MARZO 10 DE 2019
Vamos juntos al desierto para ser tentados, para ser fuertes.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien. Lo mejor para este tiempo de Cuaresma en el que la Iglesia nos invita a la conversión y Dios nos ofrece su amor y misericordia para que vivimos en paz y con el corazón renovado por el amor.
Estamos todos invitados al desierto, para muchos es necesario este tiempo de 40 días (Cuaresma) y este lugar (la intimidad del corazón) para revisar la vida y tomar decisiones. Llevamos muchos años pensando cambiar lo que no está bien, pensando acoger a Dios en el corazón y vivir en el espíritu del Evangelio. Hemos soñando con ser realmente lo que Dios nos pide, ser el amor en el mundo. Pensamos volver al hogar para llenarlo de presencia y también de besos y abrazos. Llenarlo del amor prometido pero que acabamos gastando en otros lugares y con otras personas. Hemos soñado con ser buenos y aprender a callar, a perdonar setenta veces siete, ayudar a los necesitados, reconocer la dignidad de cualquier persona y ser pequeños, abiertos a Dios para entrar en el Reino.
Estamos invitados al desierto porque debemos pensar en que la vida se nos pasa y con ella todas muchas oportunidades que las horas y personas nos han regalado.
Nos falta ser mansos, humildes, pobres y trabajar por la paz y la justicia.
Y siento que el Espíritu que condujo a Jesús al desierto es el mismo que en este día me está invitando a ese lugar de decisiones, de encuentro con Dios y me ha dicho que este es el tiempo propicio para hacerlo. El mundo nos necesita, la Iglesia nos necesita, necesita personas enamoradas, auténticas, solidarias que aporten todo para salir de este caos en el que vivimos por las injusticias y por la maldad del corazón de tantas personas. El mundo necesita a los cristianos, necesita enamorarse de Dios y nosotros debemos ser el amor que enamore y que con el Señor salve a este mundo y a cada persona que tanto lo necesita.
Ya sabemos el proyecto, ya conocemos la tarea. Ya tenemos la invitación de Jesús que vino a encontrarnos y al Espíritu que nos llevará al desierto, nos iluminará y nos hará fuertes en las decisiones que tomemos. Hay que prepararse, tenemos que orar, purificarnos de tanta maldad a la que le hemos abierto el corazón; tenemos que sanar heridas, dejar los rencores, tenemos que prepararnos para ser hombres nuevos, hechos en el desierto, nacidos en el bautismo, restaurados en el amor; tenemos que dejar el corazón solo para Dios y ahí: salir, predicar y gastarse en el amor amando y dando testimonio de lo que tenemos en el corazón.
Caminemos juntos hacía la Pascua, vivamos este tiempo de Cuaresma lleno de esperanzas y de buenas obras.
El amor de Dios, su fidelidad y entrega nos dará la fuerza para que cada vez que queramos regresar, volver atrás, no caigamos en la tentación. Dios es la única convicción que tenemos para caminar en el desierto y el amor que nos tiene nos da la fuerza para saber esperar sin necesidad de caer, de dejar el propósito de cambio y de conversión. Sé que hay un Dios que me ama, me acompaña y fortalece. Dios es refugio y a su sombra nada nos hará daño.
Caminemos, vamos al desierto, dejemos que el Espíritu de Jesús nos conduzca y sanemos heridas, perdamos ofensas, oremos por los enemigos, por los que nos persiguen y calumnian, por los que nos hacen daño. Seamos personas de bien, que hacen el bien y se comprometen con lo bueno. Que nuestra oración en la tentación diga que “nada me apartará del amor de Cristo”, que “cuando soy débil entonces soy fuerte” y que “en mi debilidad Dios mostró su gracia, su compasión”.
Feliz y santa Cuaresma. Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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Fuente: http://ow.ly/RFhV30nZkCV