“¡Qué bueno que estemos nosotros aquí!”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor. Que en esta semana que comenzamos experimentemos la gloria de Dios que en Jesús se nos manifiesta y que además nos lo presenta como su Hijo, su elegido, al que debemos escuchar.
En los momentos de mayor incertidumbre, cuando la noche de la fe está en su etapa más oscura, cuando los caminos se confunden, cuando no sentimos la cercanía ni la presencia de Dios, cuando a la vista todo es catástrofe, fin, muerte; justo ahí aparece una luz, resplandece el cielo que nos hace volver la vista a la divinidad y una voz que nos invita a la confianza, a la escucha de la Palabra porque en la Palabra viene, como semilla, todo el misterio de amor de Dios que quiere florecer en nuestra vida.
En un momento clave para la vida de los discípulos, Jesús “se deja ver” y el Padre “escuchar”
Y esto trae gran paz a los apóstoles que Jesús había llamado para subir con él a la montaña. Un momento de gloria, un momento en el que la historia de Israel se recrea, momento en el que el profeta y el legislador; el hombre de la alianza y el de la fidelidad, en el que los incansables e incondicionales hombres de Dios, conversan sobre lo que está por suceder en Jerusalén, confirman lo anunciado por Jesús a los discípulos sobre su pasión y muerte y en su gloria se manifiesta el triunfo porque de Dios es la vida, la luz, la resurrección.
Ante la manifestación de Jesús la fe se afianza; es tiempo de caminar.
Venga lo que venga, con pasión, con cruz, con muerte, ya nada detendrá a los apóstoles y aunque huyan en el momento más difícil de la persecución, nunca se olvidarán que Jesús es Dios, que les ha mostrado su gloria y que el mal o la muerte nunca triunfarán. Los encuentros con el resucitado los llenarán de fuerzas y volverán a experimentar, en carne propia, la fidelidad de Dios.
Los invito a que nos mantengamos despiertos en la fe para veamos la gloria del Señor, que nos gocemos cada momento de encuentro con Jesús y aprendamos a escuchar la voz del Padre que se nos manifiesta y nos llena de paz el corazón al revelarnos que Jesús es su Hijo y que a él debemos escuchar. La vida tiene sus momentos difíciles, los días sus horas de complicaciones, pero vivamos con la certeza de saber que Dios jamás nos abandonará y que aún en los momentos más difíciles Él será quien nos muestra la vida y nos llena de eternidad. Dios en Jesús nos fortalece.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/KDgs50Fe8gz
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