PARA ESTA SEMANA MARZO 17 DE 2014
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Mi saludo cordial con los mejores deseos de paz y bien en el Señor Jesús que nos recrea en constante bondad. Que san José, el esposo fiel, el trabajador, el hombre de la fe, obediente a la Palabra de Dios, que no ahorró ningún esfuerzo, ni le importó “desacomodarse” por proteger a su familia, de manera especial a Jesús; interceda ante su hijo amado por cada una de nuestras necesidades. Y los invito para que nos dispongamos a celebrar con alegría la fiesta de este santo patrono de la iglesia universal.
Del Evangelio escuchado este domingo (Mt 7, 7 12) se descubre la necesidad de ser “hijo amado de Dios”, ser motivo de su complacencia. Ser, como santa Teresita, una pequeña flor que alegre el mirar de Dios sobre la tierra, ser el perfume que se derrama a los pies de Jesús y que perfuma todo el ambiente. Ser el aceite que unge el cuerpo como signo de consagración, de lo sagrado, ser el buen olor de Cristo.
Nuestra vida, nuestras obras, deben agradar a Dios. Como escribe san Pablo “Dios nos ha llamado a que le consagremos nuestra vida. Así lo ha dispuesto” (Tm 1, 8)
Fácilmente nosotros perdemos el horizonte, el rumbo. Los problemas, las necesidades, las dificultades, el dolor, la pérdida de un ser querido nos tocan la fe, nos hacen preguntar sobre Dios y su bondad y su presencia y su ayuda. Cuando todo está bien decimos Dios amigo y cercano. Cuando las cosas no van como las queremos o esperamos, decimos Dios nos olvidó, Dios nos castigó. Nos preguntamos: Dios ¿dónde está?
Y saber que Dios no se ha silenciado, ni nos ha dejado de amar. Su Palabra sigue viva y vigente, su Palabra es carne, es Eucaristía, su Palabra es el Evangelio, su Palabra es Jesús que nos conforta, nos interpela, nos exhorta. Dios está en cada uno. En cada gesto de amor. Dando pan al hambriento y de beber al sediento. Vistiendo al desnudo y visitando al enfermo y al que está en la cárcel. Está en cada persona que padece y en cada persona que ayuda y que bendice y que acompaña en el camino a los demás.
Es por eso que tú puedes ser “palabra de Dios” para el mundo. Es por eso que en lugar de preguntarte ¿dónde está? tú puedes convertirte en “presencia” de Dios para los demás.
La creación debe caminar hacia la plenitud. La humanidad debe caminar hacia la felicidad y hacia la eternidad. La vida camina hacia la muerte y el Reino camina hacia verdad y la justicia. Todo acontece pero que te acontezca desde la fe, la esperanza y el amor. Todo te lleva a Dios en la medida que Dios sea el centro y quien mueve el corazón. Es como quien está enamorado todo lo lleva a su amor, a su amado, a su eternidad y plenitud de vida porque lo amado vive y mueve el corazón.
En la oración Colecta de este domingo II de Cuaresma le pedimos a Dios que nos alimente con su Palabra. Palabra que purifica.
Cuando escuchamos la Palabra de Dios. Cuando nos alimentamos de su Palabra se obra un cambio en lo más íntimo del Ser. La Palabra de Dios escuchada, hecha alimento, interiorizada hace que nuestra mirada se purifique, vaya más allá, al fondo, a la esencia de las cosas y de las personas y esto hace que uno pueda gozarse siempre en la presencia del Señor.
Gózate en la Palabra y deja que Dios siga escribiendo la historia a través de ti.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd
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PARA ESTA SEMANA MARZO 17 DE 2014