Domingo de Ramos
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo en este domingo de pasión, conocido como de palmas, por la mención que se hace a la entrada de Jesús a Jerusalén en donde fue aclamado como Mesías, salvador y Rey por un pueblo que más adelante, movido por las autoridades judías, pedirán para Él la condena, la muerte en la cruz.
El texto del Evangelio de la liturgia de la Eucaristía es precisamente el de la pasión según san Marcos en el capítulo 14 y que nos muestra todo el camino trazado, desde la injusticia, por las personas que querían la muerte de Jesús. Muerte que es asumida por Él como consecuencia de una vida que se entregó en amor por los demás, porque la verdad nunca se silenció y porque todas las personas que decidieron seguir a Jesús asumieron a su manera la experiencia de Dios como algo que los hacía nuevos y capaces de amor.
La pasión del Señor está llena de momentos y de personajes: la unción, la preparación de la cena, la oración en el Getsemaní, la casa del sumo sacerdote, el pretorio, el monte de la calavera… y otros tantos que ponen en movimiento a Jesús, a los discípulos y a los acusadores de Jesús.
Momentos y personas como Judas, Pedro, la madre del Señor, Juan. Anás, Caifás, Herodes, Pilatos. Los soldados, el pueblo. Toda una historia escrita con sabor a triunfo para los enemigos y con sabor a esperanza para los discípulos. Historia que nunca acaba pero que tiene como momento culminante, en lo más difícil para la fe de los discípulos, la revelación de Jesús como el Hijo de Dios. Confesión realizada por el centurión que supo ver más allá de lo que se podía palpar y sentir.
La pasión nos va mostrando que el modo de Dios es distinto al nuestro
Que Él tiene su forma, su tiempo; que su proceso requiere tiempo. Jesús no es el Mesías que viene a derrocar imperios sino a ganar corazones, que no viene a destruir sino a reconstruir vidas e historias, que no viene a matar sino a dar vida en abundancia.
Jesús, el Mesías, no tiene puestos de honor, todos los últimos serán los primeros. Judas esto no lo entendió y toma la decisión, desde la desilusión de hacer lo que hace, tampoco lo entendieron los caminantes de Emaús que desencantados se ponen en camino a casa. Pedro no entiende las cosas y acaba negando al maestro. Encontramos a los discípulos que duermen cuando tendrían que “velar”. Nosotros también hacemos parte de esta historia pero lo que cuenta para el Señor es que regresemos.
Volvamos en esta semana santa a sentarnos con el Señor, a escuchar su Palabra, a llenarnos de fuerzas para seguirlo en fidelidad y entregar, amando, la vida. Muramos al pecado y sintamos la necesidad del mundo. Un amor que los desborda y los lleva a amar.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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8. Oración para antes de un viaje
9. Oración por los padres difuntos
11. Nueve domingos al divino niño Jesús
16. Oración antes de la confesión
18. Oración para antes de tomar una decisión
19. Ave María en varios idiomas
20. Coronilla de la divina misericordia
Fuente: P. Jaime Palacio
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