PARA ESTA SEMANA MARZO 29 DE 2020
“Yo soy la resurrección y la vida…”
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien. Que la semana que iniciamos esté colmada de bendiciones y que el Señor se apiade del mundo, nos mire con misericordia y desaparezca la pandemia que estamos viviendo.
El Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma nos presenta una linda forma de comenzar una oración, cuando vamos a pedir por una persona: “Señor, el que tú amas está enfermo”. Saber que Jesús ama, que su amor es sanador, llena de esperanza nuestras peticiones. Podemos acercarnos a Él con la confianza infinita que solo Él sabe qué es realmente lo que nos conviene, lo que es para nuestra vida. Jesús está dispuesto a seguir glorificándose en las obras que hace por nosotros, para nuestro bien. Está dispuesto incluso a morir (yendo a Judea) por salvar al amigo, a nosotros.
Ponerse en el corazón de quien te ama debe producir mucha paz y que sea lo que sea, pase lo que pase, se va comprendiendo que todo es para el bien. Jesús es la vida, quien cree en Él duerme para ser despertado, para ser salvado, para ser sanado; para la resurrección. Las obras que Jesús realiza tranquilizan y da paz, por así decirlo, a sus seguidores. Sus obras muestran que Él es Dios, que puede dar la vida. Jesús llega cuando humanamente se supone que no hay nada qué hacer. Han pasado cuatro días y ya el cuerpo está descompuesto.
Jesús nos conforta y en su obrar hace que las palabras dichas sean creíbles. Él es resurrección, Él hace las obras que el Padre le permite y en las que Él mismo es glorificado. Jesús nos ama con amor de entrañable, le duele nuestro dolor. Jesús no deja que nos perdamos, ni muerte puede separarnos de su amor, de su presencia.
Desde estos versos del Evangelio de Jn (11, 1-45) nuestro corazón debe llenarse de esperanza sobre todo ante la muerte de nuestros seres queridos: ellos están en Jesús que es la fuente de la vida; Él nos da la vida eterna ya que Él es la resurrección. Nuestros seres queridos están en Dios, viven en su presencia. Desde Dios nos acompañan y fortalecen; desde Dios se hacen presencia y por lo tanto amor ahora divino e incondicional.
En la resurrección de Lázaro debemos entender que hay una resurrección para la eternidad, que Él nos dará nueva vida, abrirá nuestros sepulcros, nos sanará de la podredumbre para que restaurados en su amor podamos estar en el corazón del Padre. Jesús no se resigna ante nuestras tumbas. Como Lázaro salgamos de nuestros sepulcros y hagamos un camino de liberación de la mano de Jesús.
Con mi bendición:
Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/sck650ySjqp