Al leer la parábola del Padre Misericordioso, conocida como la del Hijo Pródigo, es triste constatar que la razón por la que regresa el hijo menor, es por hambre. El hijo conoce el corazón del Padre, el amor con el que lo ama; también sabe de la bondad y generosidad de su Padre que, a todos, sea quien sea trata siempre con dignidad. El corazón del Padre es de amor, de libertad. Un amor que hace libres, que no ata, que sabe esperar porque es paciente.
El amor del Padre atisba siempre.
Un amor que no se cansa, que conoce de la fragilidad de sus hijos y que por nada quiere que lejos sufran. El conocer por parte del hijo todo el amor que con el que ama el Padre, no fue la motivación. Su corazón estaba lejos del amor; lo único que importaba era no sufrir, no pasar hambre. Estaba arrepentido, pero no lo movía el amor de gratitud al saber y entender el amor con el que era amado. A muchos de nosotros no es el amor del Padre el que nos mueve a hacer las cosas o a estar con Él; muchos ni siquiera saben qué los mueve a estar con Dios, como lo está el hijo mayor del Padre.
Todos sabemos que Dios nos ama, que nos espera cuando nos alejamos, que nos tiene preparado un banquete para el día de nuestro regreso pero que no sea la necesidad o el hambre lo que nos mueva para estar al lado del Padre.
Amemos a Dios, descansemos en el corazón del Padre, alegrémonos por ser sus hijos y gocemos de todo lo que significa estar con el Padre Dios que nos abraza y acoge. En casa, en el corazón y amor de Dios nada ha de faltarnos, no tenemos necesidad de estar mendigando a nadie cuando el Señor de todo nos espera para devolvernos la dignidad cada vez que haga falta.
No tiene razón de ser que nos vayamos tan lejos, al lugar del pecado, donde todo se acaba y se pasan necesidades. Reflexionemos, entremos a nuestra intimidad y volvamos a sentir necesidad de Dios, llenemos de esperanza los momentos difíciles de la vida, pongámonos en camino. Aquí tiene mucho valor la decisión de regresar, de ponerse en camino y para eso debemos tener presente lo mal que estamos lejos de Él.
El Padre Dios corre a nuestro encuentro, se hace uno con nosotros, nos abraza, nos besa.
Dios hace fiesta cuando volvemos a Él. Nos llena de su gracia. El Padre es igual con todos los hijos, nos convence para que participemos de la fiesta de la reconciliación y de manera especial que aprendamos a ser misericordiosos.
Vayamos al Padre, reconozcamos el amor con el que nos ama. Estando con Dios nos debemos alegrar y nos debemos sentir señores de la creación. Que el pecado ya no tenga poder, que todos seamos hijos y hermanos en Dios.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Lo más leído: Las 20 oraciones destacadas en www.oblatos.com
3. 15 minutos en compañía de Jesús sacramentado
4. Oración de una mujer por la salud de su esposo
7. Oración para antes de leer la biblia
8. Oración para antes de un viaje
9. Oración por los padres difuntos
11. Nueve domingos al divino niño Jesús
16. Oración antes de la confesión
18. Oración para antes de tomar una decisión
19. Ave María en varios idiomas
20. Coronilla de la divina misericordia
Fuente: P. Jaime Palacio
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd