CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA MARZO 6 DE 2017

PARA ESTA SEMANA MARZO 6 DE 2017

Cuaresma es ir al desierto, tomar decisiones y regresar al proyecto del Padre.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas de Cúcuta y de tantas partes del mundo. Un abrazo cargado de bendiciones y por lo tanto de buenos deseos. Una semana, la primera de Cuaresma, llena de propósitos de paz y de servicio. Sintámonos llamados a la caridad, a la oración y al ayuno entendido como capacidad de abrir de nuevo el espacio para Dios en nuestras vidas. Una semana para dar, para las obras buenas, para el amor.

En el Evangelio de este primer domingo de Cuaresma nos encontramos con las tentaciones de Jesús en el desierto (Mt 4, 1-11) La tentación fue, es y será una realidad que acompaña cada uno de nuestros buenos propósitos, de nuestra misión; aparece en cualquier momento y circunstancia y nos lleva a mirar las cosas desde la ambición, nunca estamos contentos con nada y nos comparamos, queriendo ser como los demás. La tentación nos lleva a mirar las cosas anhelando el poder que nos hace sentir grandes e importantes pero que puede acabar haciendo de nosotros unos tiranos capaces de oprimir y de explotar a los que están a nuestro alrededor. La tentación nos lleva a mirar solo en el horizonte de la propia pobreza, de los propios temores y complejos para hacernos sentir el de menos, “el más poca cosa” y por eso es que merecemos lo que tenemos generando en nosotros no solo complejos sino sentimientos que pueden aniquilar a los que son “más grandes” o más poderosos o más sabios que nosotros mismos.

Las tentaciones en el desierto (lugar de decisiones) nos hablan de lo importante que es estar atentos, vigilantes, pero, sobre todo, claros en el proyecto de vida, en lo que queremos, amamos y deseamos. Las tentaciones en el desierto nos ponen frente a la situación real de que alguien siempre está dispuesto en tu vida a venderte glorias más baratas, riquezas que te empobrecen personalmente y valores que acaban siendo de esos tesoros que se corroen y que acaban las polillas.

Cuando tenemos claro nuestro amor, cuando tenemos claro nuestros valores y principios, cuando tenemos claro que en el servicio está la plenitud de la vida y que en la pequeñez está la riqueza del Reino, las tentaciones no son más que la pérdida de tiempo de alguien o de algo que no tiene cabida en tu vida, en tu corazón porque no andas dudando ni temes a sufrir por amor, por el bien y por la salvación de los demás.

Las tentaciones se dan antes de comenzar la vida pública y son como la antesala de lo que será la vida de Jesús. Momentos difíciles, de necesidad, de soledad, solo con su Padre y bajo la guía del Espíritu Santo. Tentaciones que se nos ponen por delante, pero a las que debemos resistir porque no conducen sino a la nada y al sin sentido. Tentaciones de no amar más, de no servir, de no ser generosos. Tentaciones que solo llenan momentáneamente vacíos y hambres pero que dejan vacíos y hambres para siempre.

Jesús sabía que no estaba solo, que el Espíritu le acompañaba y le confortaba. Jesús en el desierto y después de tanta necesidad, no perdió el rumbo, se afirmó en su amor al Padre y en el compromiso de fidelidad para el que había venido.

Cuando a nosotros nos lleguen las tentaciones, cuando queramos solamente el poder y vivir para nosotros, cuando a cada uno la necesidad material sea la que le mueva a amar… vayamos al desierto, despojémonos de nuevo de todo, dejemos que el Espíritu vuelva a ser nuestra fuerza y regresemos al Padre, al proyecto para el cual Él nos ha elegido. ¡Eso es Cuaresma!

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd