Nos encontramos, en este primer domingo de Cuaresma, con el texto en el que san Lucas nos presenta las tentaciones (4, 1.13) Jesús es conducido al desierto por el Espíritu Santo en donde permanece 40 días, es decir, que Jesús se ha tomado su tiempo, el necesario, para prepararse de forma inmediata, antes de comenzar la misión del anuncio del Reino y de presentarse ante todos como el Mesías de Dios, su Hijo, que trae consigo la Buena Noticia de la salvación. Jesús ha de evidenciar el amor del Padre por la humanidad y el deseo de redimirnos, a través de sus obras y de sus enseñanzas. Los 40 días en el desierto le llevan a tomar decisiones y seguramente, después de haber hecho una experiencia relacional con el ser humano, a planear la manera de poder llegar a todos con su mensaje de amor, de salvación.
En el desierto, el ser humano toma decisiones, radicaliza sus posturas y creencias.
En el desierto aparece el tentador, el que puede llegar a hacer dudar a las personas para que abandonen sus planes; es en el desierto donde se forja el nuevo pueblo de Dios, donde un proceso madura y es en cuarenta días que el alma también se forja, se entrega por entero a la misión. 40 es el tiempo de Dios, el necesario para purificar, para transformar, para liberar. 40 es nueva generación y por lo tanto nueva vida. Jesús es conducido por el Espíritu Santo, es decir, lleno de la fuerza de Dios, comienza en el desierto la nueva vida con la certeza de que su Padre es todo lo que necesita para la misión. Ni hambre, ni pobreza, ni la sencillez de la vida podrá separarlo de la experiencia del amor que le habita, del Padre Dios que lo ha enviado al mundo para salvarlo.
La vida constantemente nos somete a pruebas en las que debemos elegir y en las que nuestra confianza en Dios es puesta en duda
Cuando se trata de entregar todo nuestro amor, la vida por completo, la decisión no es fácil porque nos da la impresión de no encontrar nada a cambio, se nos mete la duda de la entrega sin sentido que nos lleva a desfallecer. De alguna manera toda la vida es una prueba, está llena de tentaciones, estamos siendo constantemente llamados a salir de nosotros según las decisiones que tomamos. En el desierto Jesús nos muestra qué tipo de Mesías quiere ser, quiere obrar según su corazón y no desde el poder que le da el ser Hijo de Dios. En el desierto Jesús entra en profunda intimidad con Dios lo que le da claridad para responder, desde Dios mismo, a cada una de las tentaciones con la claridad tiene basado en la Palabra de Dios mismo.
Cuando nos decidamos al bien, a trabajar por los demás, al amor tengamos claro que la tentación vendrá como necesidad de encontrarnos a nosotros mismos, de dominar a los demás y de ser importantes. La lógica del privilegio es contraria a la del servicio, de la entrega de sí mismo. Pidamos al Señor humildad y no tengamos miedo de darnos.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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18. Oración para antes de tomar una decisión
Fuente: P. Jaime Palacio
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