PARA ESTA SEMANA MAYO 16 DE 2021
La Ascensión del Señor.
Mis queridos amigos de Santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien. Que esta última semana de Pascua, en la que nos preparamos de manera más directa para celebrar Pentecostés, se convierta en una invitación de dar no solo lo mejor de nosotros mismos sino también de pedir al Señor que nos regale la fuerza del Espíritu Santo para que podamos ser fieles en el anuncio del Reino. Vamos a descubrirnos como discípulos llenos de posibilidades para dar lo mejor de cada uno a los demás.
Jesús debe regresar a su Padre, al cielo que es el lugar de Dios.
Nosotros debemos seguir en la tierra no solo contemplando los misterios divinos, mirando al cielo, sino que también debemos comprometernos con la causa del Reino (Jesús) y con la predicación que lleva consigo la invitación a la conversión y el anuncio de la Buena Nueva de Dios. Antes del regreso, después de haber compartido muchos días con sus discípulos, después de haberlos cuestionado en la fe y haberlos hecho caer en cuenta de muchas cosas, entre las cuales está el que Jesús es realmente el Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador; después de haberles llenado de esperanza los espacios de duda, después de haberles exhortado a salir, a dar testimonio, a perdonar los pecados, después de haber convocado y hecho regresar, con su presencia, a los dispersos; después de confortarlos y prometerles el Espíritu Santo que el Padre les enviará para que salgan, tengas fuerzas, prediquen y defiendan la verdad; Jesús regresa al cielo, a su casa, al corazón del Padre.
El escenario es sencillo, la montaña que es lugar de revelaciones y de encuentros con la divinidad, es ahora el lugar escogido por el Evangelista para que Jesús se despida de los suyos y ahora los discípulos deben regresar a casa, dejar que el corazón se llene de fuerzas y luego reunirse para comenzar a trabajar en lo que se les había pedido. Ahora ellos participarían de los mismos dones de Jesús, harían las obras que Él realizó.
Ahora, con la Ascensión del Señor, se da el penúltimo paso para el nacimiento de la Iglesia.
“Es necesario que yo me vaya para poder enviar el Espíritu Santo” les había dicho Jesús.
Con la Ascensión los discípulos tienen muchas posibilidades de dar testimonio y será con ellos que el Reino se extenderá. La respuesta fiel a lo encomendado por el Señor es el inicio de la gran obra de Dios que es la Iglesia fundada sobre el cimiento de los apóstoles. Los discípulos del Señor al lugar que lleguen deben llevar la paz, sanar, curar, reconciliar. Serán ellos los instrumentos por los cuales Dios siga derramando su amor misericordioso y fiel a la humanidad.
Y cuando nosotros pensamos en la Ascensión pensamos también en nuestro destino final, en nuestro regreso al Padre: pasaremos por la muerte y resucitados estaremos en el corazón de Dios. Jesús nos ha dicho que Él mismo vendrá por nosotros para que estemos con Él. Seremos ascendidos y asumidos en la eternidad gracias al amor de Dios que en Jesús sigue siendo fiel.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
Fuente: http://ow.ly/H9JJ50ENIeB
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