Pentecostés
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo.
Mi saludo cordial que lleva los mejores deseos de paz y bien. Les deseo una semana de bendiciones y llena de la presencia de Dios que es amor, fuerza, sabiduría; llena del Espíritu Santo para nunca nos falte el aliento de vida y así podamos ser testigos del amor, portadores de vida eterna, predicadores del Evangelio y capaces de transformar desde el poder de Dios a la humanidad: que nuestra alegría, paz, amor y forma de vivir sea la manifestación de lo más grande y sublime que de Dios tenemos.
El Espíritu es don para la Iglesia, es el viento que nos impulsa, viento poderoso que mueve, sacude.
Espíritu que es fuego que transforma y quita nuestros miedos. El Espíritu hace que, en nombre de Jesús salgamos.
El Espíritu es una fuerza divina, un aliento. Una capacidad divina para llenar todo de gracia y de amor.
El Espíritu es aliento de vida, que viene de Dios.
Jesús recibe el Espíritu de forma plena. El Espíritu Santo es dado a la Iglesia para que salga a anunciar la salvación. La Iglesia, llena del Espíritu, habla un mismo lenguaje, llega a todas las personas, lugares para que se escuche hablar de las maravillas de Dios.
Pentecostés celebra el día en el que la comunidad toma conciencia de que tiene un don, el más grande y personal de Dios, para que vaya, salga, deje los miedos y predique el Evangelio. Dios nos da su aliento para que vivamos, que nos “movamos”, para que obremos siempre el bien. Lo más sagrado del ser humano es el Espíritu que hemos recibido como viento, fuerza, fuego transformador de Dios.
Invoquemos al Espíritu Santo para que llene nuestro corazón y nos impulse para que obremos, renovemos, desde Él y con su fuerza, la faz de la tierra. La fuerza del Espíritu Santo es el amor que se convierte en el único lenguaje a través del que la humanidad podrá entenderse; es un don de amor, es vínculo de unidad, es relación trinitaria.
Con el don del Espíritu el amor se hace realidad porque se supera la diversidad y aprendemos a entendernos desde Dios que nos hace uno en su corazón.
El Espíritu Santo es don de Dios que está con nosotros y que nos consuela, está ahí para defendernos, para ser Palabra de Dios pronunciada en nuestros labios. Lucha por nosotros dándonos valor e impulsándonos a trabajar por el Reino que es justicia y paz.
Somos sagrados y el Espíritu hace morada en nosotros. Dios en su Espíritu se nos sigue regalando y lo hace de tal manera que el don de su amor se encarna y se muestra en nuestro ser. Somos imagen, poseedores del Espíritu, del Dios invisible que se hace, en nuestras vidas, don para los demás. Cada vez que somos amables, generosos, amorosos y que vivimos con alegría y esperanza la vida, Dios se hace presente, de manera especial y acogedora, en medio de la humanidad.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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3. 15 minutos en compañía de Jesús sacramentado
4. Oración de una mujer por la salud de su esposo
7. Oración para antes de leer la biblia
8. Oración para antes de un viaje
9. Oración por los padres difuntos
11. Nueve domingos al divino niño Jesús
16. Oración antes de la confesión
18. Oración para antes de tomar una decisión
19. Ave María en varios idiomas
20. Coronilla de la divina misericordia
Fuente: P. Jaime Palacio
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