PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 15 DE 2020
Estar vigilante pero también ser diligentes.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Mi saludo con los mejores deseos de paz y bien en el Señor que en su amor nos ha hecho capaces de cumplir la misión de trabajar por el Reino y en éste por cada uno de los hermanos. Todos somos sido enriquecidos por Dios, cada uno según la propia capacidad de respuesta.
El texto de Mt. 25, 14- 30 que encontramos este domingo nos dice que lo que va a suceder es que el Señor nos pedirá cuentas. No sabemos el día, pero Él regresará, a cada uno nos irá llamando el día y la hora que Él determine. Por lo pronto vivimos en el tiempo del compromiso y de la espera. Compromiso con el Señor que espera que nosotros estemos haciendo producir los talentos, dones o regalos que Él nos ha dado y espera para que cuando regrese nos encuentre dignos para el encuentro; que ese día sea pleno de felicidad. Dar a Dios lo que es de Dios; haber disfrutado por administrar las cosas de Dios y haberlas hechos producir para el bien de todos.
A cada uno el Señor ha dado lo que cada uno es capaz de hacer producir. Nunca Dios nos pedirá más de lo que nos ha dado o lo que nosotros colocando nuestro esfuerzo, usando las propias capacidades, podamos dar. De Dios es la generosidad de nosotros la astucia, lo que hacemos producir es lo que el Señor nos ha dado. De nosotros sentir que las cosas de Dios, las del Reino, puestas en nuestras manos, son para que produzcan, son para que el mundo tenga de dónde y desde dónde hacer las cosas nuevas; hacer las cosas bien.
Ni los miedos, ni los prejuicios nos deben paralizar.
Los miedos nos hacen ver la realidad de una forma distorsionada, el miedo hace que nos imaginemos que tal vez Dios pretende de nosotros lo que no somos capaces de dar. Los miedos nos pueden llevar a que las cosas temidas se hagan realidad. Dios nos ama y en su amor conoce nuestras limitaciones y por eso nos invita a lanzarnos, a ser más atrevidos con las cosas buenas. No es tiempo de enterrar talentos y vivir escondidos temiendo el juicio. Es tiempo de darnos, de gastarnos, de invertir en el bien de los demás. El poco de cada uno es el todo que tenemos para que las cosas de Dios crezcan, se multipliquen. En la experiencia de fe tenemos lo que necesitamos para trabajar y dar, para crecer, para salir adelante. Y además contamos con la fuerza y la ayuda del Espíritu Santo que nos ilumina y guía. Lo importante es atreverse.
A la persona que da más, que ha sido fiel, el Señor le recompensará con más, al que más tiene más se le da porque se hace digno de confianza, porque ha respondido con fidelidad a los retos que el Señor pone en sus manos; el siervo fiel se merece un lugar en el banquete del Reino. Se hace Digno de la alegría de Dios.
Los bienes del Señor entregados a nosotros, puestos en nuestras manos, son un signo de nuestra pertenencia; de confianza y del papel tan importante que jugamos en el proyecto del Reino. Todos hemos recibido una riqueza que no es nuestra, es una riqueza para cuidar y ese dinero representa la misión que Dios confía a cada uno y esto para que ninguna vida carezca de sentido. En el fondo el Señor no pretende resultados sino el cuidado de los dones, ser responsables con lo dado, aunque eso implique riesgos. Tenemos que aprender a jugar con lo que somos haciendo lo que tenemos que hacer, cumpliendo la misión.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd
Fuente: http://ow.ly/c1wW50CkSQW
Más reflexiones del Padre Jaime Alberto Palacio González, ocd