PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 20 DE 2017
Lo que nosotros tenemos de Dios.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Un abrazo cargado de buenos deseos para la semana que comenzamos. Deseos de paz y sobre todo de amor; que demos cada uno lo que estamos llamados a dar de parte de Dios, que no es cosa que sobre pase el amor que nos debemos tener los unos a los otros.
Este domingo 33 del tiempo ordinario la liturgia nos presenta el texto de Mt. 25, 14-30 que nos exhorta a la fidelidad de cada día y al cuidado de los talentos o dones que Dios nos da.
La parábola tiene que ver con la despedida del alguien que regresará. La parábola tiene qué ver con Jesús, su regreso al Padre y lo que sigue para cada uno de nosotros. Las cosas iniciaron, pero están para ser llevadas a la conclusión. Somos cada uno de nosotros los encargados por el mismo Señor para que las cosas produzcan fruto, no se pierdan y el Reino en su ausencia- presencia-crezca de la misma manera que lo ha venido haciendo.
Después de la partida de Jesús se sabrá de verdad lo que cada uno es, el compromiso que tiene con el proyecto de Dios iniciado por Jesús y lo que pensamos con respecto a nuestro Señor, con respecto a Dios mismo.
Jesús nos conoce, al fin de cuentas fuimos hechos por Él y para Él. En Él existimos y por eso es el mismo Señor que da lo que considera que cada uno es capaz de hacer producir. Y podemos tener la seguridad que nos pide menos de lo que estamos en capacidad dar; por eso nos exige que “ese poco” que nos pide lo demos sin miedos y con la certeza que Él nos acompaña por y para siempre.
¿Qué estamos haciendo con lo que el Señor nos ha encargado, con los bienes del Señor? Vamos a comenzar a sentirnos “trabajadores” de Dios, responsables de este proyecto y vamos a tratar de reencontrarnos, de tomar conciencia de esas cosas buenas que Dios nos ha dado para hacer de este mundo algo mucho mejor. El asunto es de talentos, de riquezas, de lo que Dios tiene, pero también es de lo que nosotros de Dios tenemos y administramos para el bien de todos. Él se irá, pero se quedará en cada uno, en lo que hacemos desde lo de Él para los demás que son también lo más preciado y amado de su corazón.
El Señor regresará, con cada uno tendrá un encuentro personal. No sabemos cuándo, pero si algo es cierto es el encuentro que tendremos con Él. Él a cada uno pedirá cuentas de lo que nos ha regalado. No ocultemos por miedo nuestros talentos; no privemos al mundo de las cosas que de Dios tenemos solo por pensar que Él es duro. Cambiemos nuestro concepto y empecemos a hacerlo desde el corazón.
Convirtámonos. Dios no se queda con nada, pero también espera todo de cada uno. Tenemos una tarea, una misión.
Que no perdamos lo más grande y maravilloso que tenemos y trabajemos con todos los riesgos por la causa del Reino. Puede ser más cómodo no hacer nada, quedarnos pecando de omisión, pasar de negligentes, pero eso no está en los planes de Dios que ha confiado, ha creído y en el amor que nos tiene espera lo mejor de cada uno.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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