PARA ESTA SEMANA NOVIEMBRE 27 DE 2017
Jesucristo Rey del universo.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, de Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo, un abrazo y todas las bendiciones para la semana que comenzamos.
Al terminar el año litúrgico la Iglesia nos recuerda que Jesucristo es el Rey del universo. Fiesta que centraliza nuestra fe, da sentido a nuestra vida y caminar por el mundo, alienta la misión de cada uno y por lo tanto de la Iglesia y nos motiva a darnos cada día más. Si Jesús rey reina en la vida de cada uno, nosotros somos dignos de esa realeza; somos de estirpe real con una dignidad que viene de quien reina. Si Jesús es el rey de nuestra vida nosotros debemos ser reflejo de esta grandeza y dignidad que llevamos como impronta, como una marca en el ser.
Jesucristo es el rey que piensa en cada uno, que hace las cosas por nuestro bien, que nos da mandamientos para vivir en paz y en justicia. Jesús rey llega, a través de nosotros, a cada rincón del universo, a cada ser humano y de manera especial llega llenando de gloria y devolviendo la dignidad a los más pobres, a los humildes y a cada persona que por alguna razón ha sido marginada por el egoísmo y la soberbia de tantos otros que solo viven para sí y no para reinar, al estilo de Dios, en el corazón de los demás.
Jesús tiene claro que el “universo” se conquista desde el corazón. Es con paciencia, con comprensión, con misericordia, con dignidad, que las cosas serán de nuevo en Él para Él. Jesús sabe que, aunque muchos han sido excluidos del Reino, Él ha venido a buscarlos; los invita a una apertura al amor y a la misericordia de Dios. En el corazón de este rey cabemos todos, todos somos amados y por lo tanto todos somos grandes e importantes. Y no es con la violencia que se harán las conquistas sino con amor y perseverancia. Es perdonando, cargando, ayudando, sirviendo, “muriendo”, ocupando los últimos puestos, siendo pequeños que el Reino crece, se construye.
Sintámonos invitados a la conquista del Reino; discípulos desde el bautizo, soldados desde la confirmación y ahora a comprometernos con lo que ya somos y tenemos. Luchemos todos por un reino de justicia y de paz; un reino de mucha solidaridad en el que nos amemos los unos a los otros; esto implica que preparemos los caminos del Señor, que le llevemos a cada persona que necesita del amor, que le anunciemos, que le prediquemos y que, sobre todo, lo testimoniemos con la vida. Que nuestros actos y palabras muestren el Rey del corazón, a Jesús.
Jesucristo es el rey del universo y la plataforma, su castillo, su casa, es el corazón de cada uno. Habitándonos es desde nosotros que Él gobierna, que Él hace que su reino crezca. El corazón del ser humano, de manera especial de los que Él ha llamado, elegido y santificado, es el centro de operaciones. El corazón es el lugar que lleno de Dios se hace presencia, realidad para los demás. Quien tiene a Jesús en su corazón, quien sabe que Dios nos habita ayuda, bendice, protege y acompaña a los demás sin importar la condición de pobreza o de pecado que vivan los demás. Jesucristo es también rey de los débiles, de los enfermos, de los hambrientos, sedientos, presos, desnudos y marginados.
Nosotros estamos entonces llamados a servir y acoger y amar y ayudar sin excluir de la misma forma que hace Dios. No es necesario que Jesús venga cuando Él ya está presente y lo que haríamos si Él regresara hagámoslo desde ya. Este es el momento de amar.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.
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