Para esta semana noviembre 3 de 2024

El mandamiento principal de todos es amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser y también amarás al prójimo como a ti mismo.

Y esto es fundamental en una cultura religiosa en la que había 613 preceptos.

Para vivir “correctamente” se tenía que practicar cada mandato y precepto. Y hoy el Evangelio nos lleva a lo esencial de nuestra relación con Dios. El más importante de los mandamientos nos muestra lo que el Señor quiere de nosotros y es que le amemos y en Él amar a los demás.

Dios que ha tomado la iniciativa del amor nos pide amarlo y esto garantizará unas relaciones abiertas, serenas, misericordiosas con los demás. Amar a Dios con la totalidad de la persona nos lleva a la plenitud de la vida y es posible amarlo porque al amarnos Él primero Dios nos ha hecho capaces de amar a los demás.

Jesús une el amor a Dios con el amor al prójimo. El amor de Dios nos capacita para amar al prójimo, al que encontraré en el camino y al que comparte mi existencia. Amar nos hace llevar a la plenitud de la vida lo que somos y anhelamos; amar nos llena de felicidad porque nos permite dar lo mejor de cada uno y mostrar la parte esencial, la más divina de nosotros a las personas con las que nos relacionamos.

Al amar tenemos todas las oportunidades para hacer lo mejor por el otro.

El amor nos gasta, porque es entrega, nos hace ser buenos como el Padre Dios es bueno, nos hace perfectos como el Padre Dios. El amor nos lleva a entender a los demás, a reconocer la dignidad y a procurar siempre la felicidad, nos abre a la posibilidad de entender que lo mejor para mi prójimo soy yo que le amo y mi amor es la seguridad que necesita para vivir a plenitud la existencia.

Nunca olvidemos que nosotros debemos ser conocidos, como discípulos del Señor, por el amor que nos tenemos los unos a los otros; amamos como Jesús nos amó ya que el amor es de Dios y la manera de amar a los demás es respuesta de un amor que nos ama y nos sostiene, un amor que es para siempre.

Amemos.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.