CONGREGACIÓN DE MISIONEROS OBLATOS DE LOS CORAZONES SANTÍSIMOS

PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 10 DE 2021

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Amar amando, hacer palpable el amor.
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito, Carmelitas Cúcuta y de tantas partes del mundo. Saludos cargados de bendiciones. Dios nos ayude a vivir una semana plena en el amor en la que vayamos dejando lo mejor de nosotros en las personas que encontramos.

Una vez un letrado le preguntó qué hacer para heredar la vida eterna y Jesús le contestó lo que ya estaba escrito en la ley: amar a Dios y al prójimo, aclarando que el prójimo es todo aquel que aparece en nuestra vida y de manera especial el más necesitado (Lc. 10, 25-37). Ahora san Marcos (10, 17-30) nos presenta a un joven que pregunta a Jesús lo que se debe hacer para heredar la vida eterna.

Podríamos decir la misma pregunta en contextos diferentes y variados personajes.

Al parecer la preocupación por alcanzar la vida eterna es de muchas personas y de manera especial de los hombres piadosos, aquellos que de alguna manera se han acercado a la Palabra de Dios y han tratado de ponerla por obra. Para el joven rico el cumplimiento de algunos mandamientos “no era garantía de vida eterna”, para el maestro de la ley el amar a Dios y al prójimo era algo mandado pero que faltaba poner en ejercicio. Amar amando debe ser la vida del creyente.

Alcanzar la vida eterna tiene que ver con el otro, con los demás; el prójimo es como el camino que conduce a la salvación. Ese prójimo que debe ser amado como a Dios, acogido y respetado como presencia de Dios y servido como al mismo Dios. La vida eterna es el cielo, la posesión de Dios y éste nos habita, vive en ti y en los demás. Acoger al otro con amor, tenerlo como la opción más importante de la vida es ya vivir la eternidad. Un amor que se gasta porque plenifica y se lleva a los demás a la felicidad, a la salud.

Para alcanzar la vida eterna Jesús le habla al joven del cumplimiento de unos mandamientos que tienen que ver con la relación con los demás.

En todo gesto de vida, de honestidad, de verdad, de respeto, se vive la vida eterna pero para vivirla con la plenitud que Dios quiere debemos entonces amar con un amor que se pone por encima de nuestro egoísmo y por encima de nuestros propios bienes. Seguir a Jesús que es eternidad, seguirlo pobre y en pobreza, comenzar a darse sin tener nada para que Dios Padre se entregue en lo que damos, es llevar a plenitud la fe, la que profesamos y de alguna forma vivimos. Jesús es la plenitud del seguimiento. Él sabe que se debe hacer para alcanzar la vida eterna: amar, servir, hacerse pequeño, no tener nada ni a nadie, solo Dios sea el rey del corazón. Los pobres son la puerta de entrada al palacio donde el Señor tiene los tesoros para cada uno.

Dejar todo para que el Señor sea todo, darlo todo para que el Señor sea la riqueza; hacerse pobre para vivir la experiencia de Dios como la única riqueza. Servir a los demás que en ellos Dios habita, son todas las cosas que nosotros debemos hacer para que la vida eterna sea una realidad.

Con mi bendición:

P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.

Fuente: http://ow.ly/KDgs50Fe8gz

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