PARA ESTA SEMANA OCTUBRE 17 DE 2016
Si tuviera fe…
Mis queridos amigos de santa Teresita, de san José, del Carmen de La Habana, del Carmelo de Quito y de tantas partes del mundo. Mi saludo que lleva los mejores deseos de paz y bien en el Señor y mi invitación para que esta semana nos unamos en oración para pedirle a Dios que nos permite vivir en fe cada uno de los momentos y de los instantes que la vida nos regala.
Personalmente siento los deseos de algún día poder vivir de certezas en la fe, deseos de abrirme caminos plenamente confiado que no estoy solo, anhelo poderme atrever desde la fuerza que Dios me ha prometido, sin otra seguridad que su Palabra. Tengo deseos de vivir de tal manera la comunión con Dios, que no haya necesidad sino de Él mismo y también de llenar mi corazón de certezas que se fundan en la Palabra de Dios, en la vida de Jesús y en cada cristiano que persevera en la fe independientemente de sus momentos de soledad y de tristeza.
Necesito ir una y otra vez a su encuentro como la viuda al juez; necesito perseverar en mi intención, pero sin sentir fatiga sino siempre con la esperanza que hoy es el día que Dios me ayudará o que el juez me hará justicia. Saber, creer, sentir y sobre todo confiar que Él es el único que me puede preparar un banquete frente a mis enemigos y que no me abandona, aunque camine por cañadas oscuras.
Que, aunque venga el cansancio durante la oración, venga la fatiga y el creer que no se puede, no por eso dejo de desear; no dejo de esperar ni dejo de generar recursos para mantenerme en fidelidad al Señor. Cada día reconozco más y más que no puedo seguir solo en este proyecto de fe, de creer y de esperar; debo caminar con personas que creyendo me sostengan y me llenen de fortaleza cuando el cansancio y la rutina me quieran poder.
Siento unos deseos enormes de hablar desde la experiencia de la fe, de ayudarle a tanta gente a confiar y a que dejemos en Jesús los cansancios y las fatigas. Me falta seguir el camino de la conversión de mente, pero sobre todo el camino de la apertura, de la confianza, del abandono. Tengo fe, pero me falta y me falta y me falta, mi fe es poca y tiende a desvanecerse sobre todo en los momentos de tristeza, de muerte, de problemas, de cansancios, de abandono, de soledad.
No le debería yo insistir al Señor que me aumente la fe sino más bien pedirle que me enamore porque enamorado de Él me sentiré tranquilo y seguro. Él me corresponderá el amor con abundantes bendiciones y sobre todo con el Espíritu Santo en quien lo tengo todo. Que para mí sea suficiente que Él me diga “levántate, no ha muerto, queda sano, ve a presentarte al sacerdote, camina sobre el agua, no tengas miedo” como lo dijo en su tiempo a personas que creyendo en Él le pedían por alguna necesidad. Que mi fe me baste para reconocer la fidelidad en amor de Dios.
Con mi bendición:
P. Jaime Alberto Palacio González, ocd.